martes, 17 de febrero de 2009

enésima lectura.-


Tierno el principito cuando, sentado en una silla, y entre las hendeduras de las plantas, observa la puesta de sol. El momento de cambio. Justo cuando los antagónicos día y noche se cruzan. Uno se despide. No dice adiós, tan sólo es un hasta pronto. No, ni siquiera eso. Es un hasta mañana. Dulce despedida aquella que tiene un inmediato reencuentro. Poco dañino aquel adiós conocedor del próximo hola. Feliz el ya nos veremos que antes de irse ya ha pactado el próximo encuentro. Y la noche, tras el camino que ha marcado el día, conduce los cuerpos cansados a un reposo necesitado. Y juega con aquellos que no duermen. Atormenta a mentes retorcidas. Y mece suavemente en la oscuridad los corazones olvidados. Da cobijo a pensamientos que, como murciélagos, duermen de día y viven de noche. Y ofrece su compañía a ojos que no se vencen por el sueño.

Y sobrecogedor cuando no existe ni día, ni noche, ni principito. Melancólica imagen de un libro olvidado o de un cuento no entendido. Última escena que pone fin a una bella historia perdida en tierras africanas. Da paso a un futuro reencuentro. Pero nada puede ser igualable a la estrella; la última estrella. Apacible situación la que se vive tras releer el libro por enésima vez. Y después de esa lectura, una nueva concepción del libro. Otra frase que recordar. Y unas ganas enorme de abrir la ventana y gritarle al mundo. Gritar que el principito era mucho más que eso. En realidad era un rey. Pero hasta hoy ha permanecido intacta la palabra. Y es que siempre será el principito. Perdido en su asteroide B612, con su flor y su cordero. Deshollinando los volcanes y arrancando baobabs. Y sobre todo, recordando su encuentro con el zorro…

Al día siguiente volvió el principito:
-Hubiera sido mejor venir a la misma hora –dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.

Escribidme en seguida, decidme que el principito ha vuelto*

1 comentario:

Anónimo dijo...

La magia del Principito... unos tienen la suerte de encontrarla por si mismos, como tú, y otros tenemos aun más suerte al encontrarla por los demás, en este caso por ti.



Te escribo y te digo en seguida que el principito ha vuelto*, con una parte de ti maravillosa que parecía últimamente desaparecida.