viernes, 30 de enero de 2009
tardes perdidas.-
miércoles, 28 de enero de 2009
el día de los veintidós.-
martes, 27 de enero de 2009
22, de mucho.-
lunes, 26 de enero de 2009
hola Noche.-
Buenos días, noche*
sábado, 24 de enero de 2009
....-
Hope there’s someone*
lunes, 19 de enero de 2009
peón llamando a rey.-
domingo, 11 de enero de 2009
el caos.-
jueves, 8 de enero de 2009
noches a la intemperie.-
lunes, 5 de enero de 2009
querido Paisinho.-
y lo siguen diciendo a través de los tiempos,
que los sueños, sueños son pero...
hay un sueño que se hace realidad
feliz en ese despertar de los niños,
un día frío de enero.
Cuando el reloj de la calle Real daba las seis, puntualmente,
subía por la calleja oscura un curita viejo cargado,
como un niño grande, de ilusión,
a hacer su oración y a tocar a las siete el Angelus
que despertaría a todos los niños del pueblo
anunciándoles que los Reyes habían pasado ya.
Se le hace largo el tiempo al señor Cura...
las seis y cuarto... las seis y media... las siete menos cuarto...
domingo, 4 de enero de 2009
cartelito.-
jueves, 1 de enero de 2009
2oo9 besos.-
Este año, como en los anteriores, durante los últimos y primeros diez minutos de ocho y nueve, he tenido un nudo en el estómago. Y no causado por la cena o el alcohol. Es fruto de la cantidad de recuerdos que que se aglomeran en mi cabeza y que casi no me dejan ni respirar. El momento crucial se acerca. Todos comiendo doce lo que sea. La felicidad contenida a tan sólo diez segundos de ser una estampida. En efecto. Creo que hace años perdí la consciencia de lo que significa cambiar de año. Te prometo que lo intento pero el recuerdo pesa mucho más que el presente. Sin embargo, he aprendido a disimularlo. Tras ese momento, donde todos descorchan botellas de cava, se besan y se abrazan, después de todo eso, para mí empieza el día uno. El último día uno.