lunes, 26 de enero de 2009

hola Noche.-

Hay noches que se escriben solas y otras que no se dejan escribir. Algunas son el reflejo del día y otras, la consecuencia. Días intensos derivan en noches sin sueños. Momentos tranquilos conllevan noches agitadas. Y, de esta manera, la noche se convierte en el mejor confidente. Las que son realmente buenas son aquellas en que las nubes pasean tranquilamente y, desde un rincón de la terraza, aquellos ojos cristalizados observan el periplo de las brumas. La oscuridad y aquellos ojos son aliados para dar vida a un momento que todos quieren adormecer, pero es, precisamente entonces, cuando hay más vida. Todos duermen y, en cambio, todo avanza.

Menosprecian el embrujo noctámbulo. Pero esos ojos saben encontrar dónde reposan los hechizos y los pequeños placeres del tan, a veces, duramente criticado mundo. Por la calle, pocas personas frecuentan las aceras adormecidas. Las farolas alumbran el camino a los sueños que se escapan, y dotan de luz a aquellos que, mañana, dejarán de ser sueño para convertirse en realidad. Algún coche profana la inmensidad del anochecer con la luz artificial de sus faros. Es en la soledad de la noche cuando los ojos se encuentran con ellos mismos para mantener una charla.

Grave resulta el error de dedicar todas las horas de la noche a dormir. Existe un cortejo, infinitamente tierno, que muchos desconocen. Sucede cuando el sueño se cuela por alguna pequeña rendija y se posa cerca de ti. La sensación es de una belleza inconmensurable y, por lo tanto, indescriptible. Es una lucha constante. No quieres que el sueño te venza. Es entonces cuando empieza todo. La reflexión interna sobre lo sucedido a lo largo del día. Recuperas momentos que durante el día has perdido y pequeños fragmentos que han quedado olvidados. Todo para rescatar la esencia de lo bello y ofrecérselo a modo de sacrificio a la noche. Cuando el ser y la noche convergen en medio de la nada, todo se torna un poco más afable, menos dañino. En ese momento, todos duermen. Menos aquellos ojos que vuelven a estar en un rincón de la terraza observando la perfección de una noche sin sueño, tras un día… tras otro día.


Buenos días, noche*

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