martes, 25 de noviembre de 2008

ser niño de... el paraíso.-

Lo que realmente vale la pena de los viajes no es ser un destino turístico. Llega un día en qué un viaje, porque sólo puede ser uno, se conviere en una parte de ti. A veces, incluso, traspasa los límites y se convierte en una razón de ser; es el sentido que algunos han perdido y lo encuentran en paraísos terrenales. Estos paraísos responden a la descripción de una renda por cápita muy baja; las epidemias y el SIDA son la primera razón de miles de muertes; niños perdidos y olvidados; guerras que nunca acaban y de las que ya no se recuerda el primer día. Y la esperanza de vida es algo que no saben ni que existe. Esto es lo que la mayoría de ojos verían, pero no es paraíso precisamente por esto. Lo es por la belleza natural, por la felicidad que desprenden sus tierras, por el dolor derramado que convive con la alegria impasible. Es paraíso por la calidez del día, por las puestas de sol donde todo se torna dorado, por no tener comunicación con las grandes urbes. Pero, sobre todo, por los niños con sonrisa perenne en sus caras.

África, el reincidente continente olvidado, es el lugar que posee más paraísos a gran escala. Y debe ser el menos visitado. Permítanme que les juzgue. Ver mundo será apasionante, pero no vale la pena si no se detienen en África. Este continente es una parada obligatoria. No tengo potestad para hablar porque mundo he visto poco, pero he estado en África. He pasado días en medio de la majestuosidad del continente negro y ha sido suficiente para convertirlo en una razón de ser. Ahí sólo existe sinceridad y cada día recibes el grato regalo de una sonrisa. No importa qué lengua hablen. A veces no es necesario hablar.

Si tienen oportunidad, viajen a África. Pero no vayan a una capital. Profundicen. Cuando encuentren a un niño vestido con harapos, si los lleva, fíjense en él. Entonces se darán cuenta de que todo vuestro mundo se detiene porque le han encontrado valor a mucho con la simple acción de detenerse y mirar al niño. Si tienen la suerte de que les sonría, vuestra escala de valores dará un vuelco espeluznante. Habrán descubierto que en lo más olvidado por la mayoría reside el sentido de casi todo. En esa sonrisa verán las propias frustraciones. Verán los objetivos no alcanzados. La inferioridad de uno mismo. Serán conscientes de todo lo que han hecho mal en la vida. Pero nada importa.

Si están frente a un niño negro que les sonríe en medio de la nada y por nada, créanme, en ese preciso instante serán las personas más felices del mundo. Reduzcan el mundo a vosotros dos. Y piensen. Un niño os está sonriendo. Hoy en día, una sonrisa es lo más sincero pero en la civilización es algo que se consigue por un precio muy alto. En esos paraísos, eso no ocurre. La sonrisa se regala sin esperar nada a cambio. Porque si es paraíso, es por eso... por la sonrisa de un crío.


Todos los que después de leer esto quieran ir a África, no vayan. Aquellos que, durante la lectura han pensado, yo quiero ir, ni lo intenten. En cambio, los que no han dicho nada pero han sentido algo, cojan un avión. Porque África no es querer, África es sentir. Y tras ese primer viaje, el continente negro será un latido constante en el corazón de todos aquellos que saben que África es una razón de ser y no un destino turístico.

El sentido es volver... y permanecer*

martes, 11 de noviembre de 2008

sombras.-

Una extraña sombra se cierna sobre cualquier movimiento que aprecia. No son las tinieblas que acompañan la oscuridad de la noche, y que ya son conocidas. Tampoco es el desamparo producido por la posesión de la nada. No es lo equivalente a la frustración más elevada y con la que lleva semanas viajando cogida de la mano. No es la respuesta al sin sentido producido por la existencia en un mundo al que a veces le falta lógica. Esta vez es nueva. No tiene procedencia a la que adscribirse; ni siquiera tiene antecedentes. Pero es conocida. Tiene un aire lúgubre, que no muerto. Su aroma es como el de un metal y tiene un gusto amargo. Mantiene conexión con todo pero es independiente. Aunque el peso que supone sostener esta extraña sombra es mucho peor que las anteriores. Es la correlación de acciones que no llegan a ningún sitio, que no obtienen recompensa. Es el empeño en todo aquello que no obtiene fruto alguno. Es el desgaste moral que agota el cuerpo pero que daña la mente. Es el suspiro eterno y lánguido que penetra en el cuerpo para destrozar la cabeza. Te recuerda todo lo que anhelas pero que no consigues.

Esta extraña sombra empieza a entonarse y a descubrirse. Es aquello que para algunos será sólo una mala época. En realidad, esta sombra es un lastre que, para otros muchos, es como la propia sombra. Por lo que nunca te puedes deshacer de ella. Quién no querría ser Peter Pan en este momento. Y acabar en una casa de algún país remoto. Entrando por la ventana y corriendo tras la sombra. Tras la sombra del pesimismo. En cambio, a diferencia de Peter Pan, no intentaríamos conseguirla otra vez, sino embarcarla en un bote dirección a algún lejano lugar.

Cuando todo queda inmerso en la luz tenebrosa de la negatividad, la frustración queda al margen y el sin sentido es un acto secundario. El suspiro es la materialización de la esencia interna de un sentimiento deplorable.

Cuando una época se convierte en un modo de vida*

sábado, 1 de noviembre de 2008

sin regreso.-

Encontrarte es partir sin equipaje. Es aquel viaje a ninguna parte con el que tantas veces he soñado. Pero que, al fin, algún día, me lleva a ti. Pero este camino no existe. Ir a buscarte es partir con la desilusión amarrada a la espalda y caminar chutando la frustación cual piedra en lugar erróneo. Es deambular por la calles, errar por los callejones, perderme por los parques y avanzar en círculos. Siquiera sé dónde estás. Sé que ya no existes, pero necesito saber que puedo encontrarte en algún sitio. Y no me vale cualquier rincón porque no es cierto. Es el único viaje que no tiene billete de regreso. Es el último viaje de todos y al que nadie se puede resistir. Pensarlo me produce escalofríos. Papá, son varias las veces que te lo he dicho... partiste demasiado temprano.

El mundo que dejaste se está transformando. Se torna un lugar horrible. Las sombras ya no son imaginaciones sino que aún cuando no hay sol existen. Tienen formas, a veces conocidas y otras que seguro que se darán a conocer. Las noches se vuelven más frías que nunca. La oscuridad se desliza por cualquier grieta para posarse en horas inimaginables. La luz del día ha dejado de ir en función del sol. Y lo más grave es que existe un algo que se cierna sobre mí. Pero puedes estar tranquilo porque sé cómo deshacerme de ese algo. Pero para vencerlo necesito saber algo de ti.

Hagamos un pacto. Pero tipo aquellos que no se escriben pero se firman. Tengamos un lugar sólo para nosotros. Abierto las 24 horas del día. Allí donde pueda escabullirme en cualquier momento. Que te siente cerca, que todo parezca mejor. Estoy pensando. Seguro que este lugar existe y más de una vez me lo has mostrado, pero nunca he sido capaz de encontrarle la esencia pertinente. Ya está. Lo he encontrado. Ya sabía yo que me habías llevado allí. Sólo te aviso que a partir de hoy tendrás más trabajo. Te iré a ver muy a menudo.

Hasta pronto, papá*