domingo, 27 de abril de 2008

La sort del meu destí.-

La sort del meu destí no és l'inici d'una parrafada filosòfica. Correspon al títol del darrer llibre que m'he llegit. Potser és un títol que molts desconeixeu, i d'altres l'heu passat per alt. En canvi, jo tenia molt clar que aquest llibre l'havia de llegir. Primer, pel protagonista. Segon, pel seu lligam amb el continent oblidat, aquell que jo tant estimo i que cada dia que passa tinc més ganes de tornar-hi. Però bé, anem per parts. Des que tinc ús de raó, he tingut predilecció pel motociclisme. Les motos no han format mai part, directament, de la meva vida, però sempre he tingut un vincle especial. Un dia, sense recordar ben bé perquè, vaig descobrir una carrera veritablement apassionant. Jo encara no havia trepitjat les terres africanes, però aquelles imatges de motos barallant-se amb la immensitat del desert i la bellesa de les dunes, em va captivar. La propera vegada que vaig veure aquella carrera, jo ja sabia què era passejar pel continent negre. Però no com la majoria de gent que el visita, sinó com els esportistes que corren el Dakar; que veuen l'Àfrica des de dins i com és realment. Havia conegut Àfrica vivint en la misèria i sent conscient que era un dels millors racons del món per viure, per molt que us sembli impossible. Allà potser no hi vaig trobar no aigua corrent ni electricitat, però vaig trobar la felicitat en estat pur. A partir d'aquí, vaig seguir amb certa periodicitat què era de tots aquests pilots que s'endisaven al desert per arribar al llac rosa. Però un dia, una notícia em va travessar l'ànima. Em feia por seguir tota la informació, fins que un dia, la resolució va ser clara i no van deixar lloc al dubte; acabaria en cadira de rodes.

La sort del meu destí és el llibre que ha escrit Isidre Esteve. Quan tanques el llibre, t'adones que entre les mans tens molt més que un simple exemplar; tens una lliçó de vida. I no us penseu que el sobrevaloro. Comença explicant aquell moment en què es va trobar una pedra en mig del camí, aquella pedra que li va capgirar la vida. A mesura que vas llegint, vas trobant la tendresa amagada entre les paraules escrites per algú que sap valorar la vida. El curs de la història és tan sincer, que en cap moment sents pena per ell, simplement, cada vegada que passes una pàgina, l'admires una mica més. I no us penseu que el tinc sobrevalorat. A més del relat del seu accident i de la seva trajectòria com a pilot, hi ha una part molt important dedicada a aquesta carrera que glorifica a tot aquell que la disputa. Però la glòria no l'aconsegueixen per les etapes que guanyen o per la posició final en el ránquing. Aquesta carrera els glorifica perquè, per uns dies, comparteixen els seus moments amb la gent del continent eternament oblidat. Per molts, un cop coneixen la realitat africana, n'estic segura que deixa de ser una simple carrera. Quan llegia els paràgrafs que desprenien cert aire africà, les descripcions de les nits a Mauritània o alguns moments viscuts amb la gent d'allà, moments imborrables de la retina i de la memòria, pensava en totes aquelles setmanes que jo vaig poder compartir en una petita aldea moçambiquenya.

La sort del meu destí és un llibre que moltes persones haurien de llegir. Primer, per valorar què és això que anomenem vida. Segon, per conèixer de primera mà què és viure la realitat de l'Àfrica. Tercer, perquè demostra que jugar el paper de víctima no és el paper protagonista que hem de triar per rodar la pròpia pel·lícula. Podria seguir enumerant les meves raons, però clar, aquestes són les meves raons. Quan ahir vaig tancar el llibre, vaig tenir l'obligació de donar a conèixer tot el que havia llegit. Jo tenia molt clar que me'l llegiria però, moltíssima gent se l'hauria de llegir.

A la meva vida hi figura un heroi; però en el duel amb la dama negra ho va perdre tot. Tu ets l'heroi de la teva pròpia vida perquè vas aconseguir vèncer aquest duel.

Soy el amo de mis destino
Soy el capitán de mi alma*
[William Henley]

jueves, 24 de abril de 2008

buenas noches.-

Definitivamente, soy un ente inferior en este mundo cruel que muchos adoran. No figuro en el rango de digna y, por lo tanto, no soy merecedora de conseguir la felicidad. Cosecho fracaso tras fracaso. Intento salir de un pozo, pero me caigo en otro. Soy conocedora de todo tipo de decepciones. Encuentro problemas en cualquier rincón. Con este expediente, no me considero una persona negativa o pesimista; con este expediente, soy consciente de que todo ha contribuido a convertirme en una persona pesimista. Los que no me conozcan, no sientan lástima por mí porque no me lo merezco. Los que me conozcan un poco, sabrán que tengo algún que otro motivo para escribir todo esto. Los que me conocen bien saben que soy un poco inconformista y que estoy convencida de que el mundo está en deuda conmigo. No crean que escribo para dar lástima, porque jamás utilizaré el bello lenguaje de las palabras para conseguir dar pena. Ni en cuestiones personales, ni en aquellas que no sean íntegramente de mi personas. Porque, todo lo que yo escribo, está vinculado a mi ser. Así, es mucho más fácil conseguir plasmar en palabras aquello que sientes por dentro.

Y precisamente es esto lo que quiero conseguir: narrar lo que siento. Es difícil de entender, como la mayoría de cosas en esta vida. Es una sensación de rabia, de impotencia. Es cometer, otra vez, el mismo error. Desear aquello que no se puede conseguir. Jamás aprenderé. Pero, saben, a partir de mañana todo va a ser diferente. Me he cansado de ser el hazmerreír de todos, el objetivo principal de comentarios sarcásticos, el punto donde reposan todas las miradas envenenadas. Ya no es necesario que me miren desde las alturas porque hoy he asimilado, por fin, que mi rango es inferior al de todos. No me tilden de víctima porque no respondo al perfil.

Ahora, lo único que quiero es dormir. Dormir hasta que algo de lo que yo quiero me ocurra. Estoy harta de aguantar y sonreír. Me he cansado de despertarme cada día y decidir hoy no voy a llorar. Odio saber que algo no funciona en mi ritmo de mi vida. Y, por supuesto, me duele decirte adiós cuando ni tan siquiera te he dicho hola. Pero es que a mí, ni esto me podía salir bien.

Enfadada con el mundo, otra vez*

miércoles, 23 de abril de 2008

cartas que nunca llegan.-

Hoy me han preguntado si echaba de menos que me regalaran una rosa. La respuesta, óbvia, ha sido sí. Yo, consciente de que hablamos de rosas diferentes, y de personas muy distintas, he seguido la conversacion. Me han dicho que no me preocupara, que seguro que otro me regalaría una rosa. Pero yo no estaba hablando de uno o de otro. Estaba hablando de ti. De las rosas paternas que hace años que ya no recibo. De las mañanas de 23 que me levantaba, me dabas un beso y me decías que tú siempre me querrías y siempre estarías aquí para regalarme una rosa. Tal día como hoy, me acuerdo de los paseos entre libros, mientras te escuchaba embobada hablar de las nuevas joyas y los nuevos placeres. De los consejos que me dabas sobre los mejores autores. Por eso, cuando hoy me han preguntado si echaba de menos que me regalaran una rosa, he dicho que sí. Pensando en ti, en nuestros días 23.

Hoy, sin embargo, he tenido un bonito 23. No es que lo haya tenido, es que dos personas lo han conseguido. Por la mañana, he intentado no pensar mucho en el día, pero Sant Jordi se respira en todas las esquinas. Cuando he llegado a la universidad, estaba tomando el sol en las escaleras exteriores y ha llegado un chico. Ha vuelto a entrar y, cuando ha salido, me ha regalado una rosa. No me lo podía creer. Parecerá una tontería, pero me ha gustado que tuviera este detalle. La segunda parte de mi Sant Jordi tiene a Mireia como protagonista. Me ha regalado el libro que escribí. El cuento.

¿Crees que esto es normal? Hace años que no te cuento nada, sólo te escribo. Por eso, cada día que paso sin ti, tengo más claro que algún día tú serás el protagonista de mi cuento. Escribiré tu historia, nuestra historia. Y el mundo conocerá una de las más bellas historias. No porque tú y yo seamos los protagonistas, sino porque siempre hemos estado muy unidos. Un vínculo único que no he tenido con nadie... y que nunca tendré. Algún día, un 23 nacerá un libro que sera una parte de mi ser. Seguramente, la parte que más quiero de mi ser; aquella que heredé íntegramente de ti y que moldeé teniéndote a ti como ejemplo.

Soy la caricatura de lo que un día fue la perfección*

lunes, 21 de abril de 2008

Cuéntame un cuento.-


Si no es mucho pedir, me gustaría que me dedicaran un poco de su tiempo. Es un ejercicio sencillo pero que espero que les sirva para mucho. Sólo les voy a pedir que recuerden un par o tres de cuentos infantiles. No quiero ni títulos ni autores, sólo la esencia; el argumento a grandes rasgos. Aquellos que estén más ligados a su infancia, seguro que ya los tienen. Los que tienen olvidado que un día fueron niños, les habrá costado un poco más. Pero seguro que ahora ya todos tenéis vuestros cuentos merodeando por la cabeza. Y seguro que todos los cuentos tienen un final feliz.

Ahora, sigan pensando por favor. ¿Creen que el mundo sigue igual que entonces? ¿Creen que todos los niños, antes de irse a dormir, leen un cuento? Hace tiempo descubrí que no. Algunos porque en su país no tienen electricidad y, cuando se pone el sol, ya no hay más luz. Otros, en cambio, no leen porque el ruido de las bombas no les deja. A lo mejor, hasta ahora, no se habían planteado esta cuestión. Pero, antes de seguir, déjenme hacer una aclaración. Aquel que ahora empiece a sentir lástima y a pensar pobres niños, pueden dejar de leer, porque no es lo que quiero conseguir. No quiero que sientan pena, sentados en su sofá mientras leen, o tal vez sólo hojean, un periódico.

Sólo quiero que se imaginen un niño en medio de un país en guerra. Miren la fotografía, tal vez les ayuda. Es una niña en medio de soldados iraquíes. Es una instantánea de la guerra que empezó hace años. No sabemos nada de ella, pero mírenla. A su alrededor no hay nada más que color verde militar con destellos negros y marrones que pertenecen a las metralletas. El cálido vestido rosa, aunque parezca imposible, dota a la foto de una dureza indescriptible. Cuando acabe de bajar las escaleras, no sabemos dónde irá.

Pero, tenga claro que, cuando se haga de noche, no leerá cuentos. Durante el día, habrá convivido con disparos y bombardeos. Pero, por la noche, la ciudad no dormirá y tampoco le permitirá a ella conciliar el sueño. O tal vez sí. Vuelvan a mirar la imagen. Observen la expresión de su cara. No hay rastro ni de miedo ni de angustia. Está viviendo una realidad que muchos quieren obviar. Pero ella no puede elegir. A ella le toca vivir esto. Si consigue acabar con la guerra, y no que la guerra acabe con ella, crecerá con el recuerdo de una infancia rota.

Ustedes, los que aún sigan ahí, se darán cuenta de que no todos corremos la misma suerte. Verán que los cuentos han dejado de existir para muchos niños.

De mayor, quiero escribir cuentos para todos los niños*

domingo, 20 de abril de 2008

necesito encontrar tu lugar.-

Cada vez que reapareces en mi vida me jodes. Olvídame. Haz como si no existiera. Estoy harta de que rompas el orden de prioridades que yo he establecido. Conversaciones surrealistas y comentarios que duelen, aún, en lo más dentro de mí. Y no por lo que significan en sí, sino por restregarme por la cara tu situación actual. Jamás te he levantado la voz ni he arremetido contra ti por todo lo que he vivido, por tu culpa. Te he dicho, varias veces, que eres un cobarde. Pero, ¿qué más te da? Eres tú y tus cosas. Te da lo mismo todo lo que he hecho por ti, todo lo que he aguantado. Pero ya está, se acabó. Me he cansado de ser la única persona de la faz de la tierra que tiene que soportar comentarios indecorosos. Déjame. Si no eres capaz de dirigirme la palabra con algún comentario, más o menos aceptable, no me hables. O, cuando lo hagas, piensa que te dirigirás a alguien que te ha querido muchísimo. Por fin me he dado cuenta de que te he querido más de lo que te merecías. Cuando quieras hacerme daño, primero avísame. Luego, puedes decir todo aquello que pienses o que quieras, pero, para entonces, yo ya no te estaré escuchando. Después de todo lo vivido hasta el momento, creo que esto es lo último que tendrías que hacer. Pero, lo que más odio de ti, es que alteres mi orden con todos los demás.

Dije, hace tiempo, que no escribiría más de ti. Tiempo después, escribí que tal vez algún que otro texto, siendo tu la fuente de inspiración, surgiría. Y no sé qué me ocurre, que no lo puedo controlar. Hoy he pensado en todo y en ti, y las palabras surgen sin más. Pero no te lo tomes como un halago, porque preferiría no escribir nada de ti, que no decir que estás empezando a ser alguien deplorable. Compórtate como alguien que tiempo atrás conocí. Actúa acorde a tu manera de ser, siempre teniendo aquel guiño infantil, pero no pierdas el respeto. Plantéate que, aunque a ti la vida te este yendo de fábula, no todos corren la misma suerte. Lo único que tienes que hacer es pensar un poco antes de hablar, saber a quién tienes delante y escoger qué decir. Seguro que, de esta manera, las cosas te irán mejor.

No obstante, sé que por mucho que quiera odiarte, no podré. Y por eso me odio a mí misma. Me gustaría decirte que me dejes, que me olvides. En realidad no. Sólo me gustaría decirte que abandonaras todos los comentarios que me duelen. Pero sólo porque haces que me sienta alguien insignificante e inferior. Durante mucho tiempo, he soportado todo y de todo para poder seguir hablando contigo. Desde el primer momento tuve claro que como amigo no te iba a perder. Pero ahora, no sé si vale la pena tener que soportar todo el daño que sigues causando... Aunque desconozcas todos esto, alguien sabrá que te daré otra oportunidad, por todo lo que representas.

Que esto nunca se convierta en un adiós*

martes, 15 de abril de 2008

nuestras cartas.-

Hola papá. Esta es otra de aquellas cartas que escribo para nunca ser enviadas. Aquellas cartas que tienen un destinatario claro pero no tangible para el resto del mundo. Las escribo en la penumbra, cuando el sol se despide después de un día entero de vida. Cuando las estrellas surgen de la nada para iluminar la más negra noche. Las escribo porque es el único contacto que tengo contigo. Echo de menos poder hablar contigo. Cada vez más necesito que estés aquí. Sé que es imposible, pero no puedo crecer sin tenerte cerca. Hace días que estoy triste. No sé porqué, pero me imagino que tú eres el principal motivo. No puedo seguir papá. Ya no tengo fuerzas. Por defecto, siempre acostumbro a perder en todo. Creía que por todo lo que he vivido hasta ahora, el mundo sería más amable conmigo, pero me he dado cuenta de que todo era un espejismo. Incluso en cosas sencillas, tengo las de perder.

Si estuvieras aquí, todo sería más fácil. Hace años que no me abrazas, pero aún me acuerdo de la sensación de permanecer entre tus brazos. Hace años que no me hablas, pero aún recuerdo tu cálida voz. Tengo un perfecto recuerdo de ti; el más perfecto. Pero no puedo sobrevivir con un mero recuerdo. Creo que, poco a poco y sin darme cuenta, me estoy apagando. Es como si una parte de mi ser se fuera cada día contigo, porque es el mejor lugar donde puede estar... a tu lado.

Viviré siempre en una infancia rota. Donde los reyes son algo más que monarcas. Donde los sueños siempre se cumplen y el crecer es imposible. Si puediese, por siempre jamás viviría allí contigo. Sería feliz. Hace años que la felicidad perdió todo el sentido. Dejé de creer en la felicidad, absoluta o relativa. Todo esto es insoportable. Allí donde quieras que estés, sólo quiero que sepas que te quiero. Porque nunca volveré a ser la misma.

Huérfana de mucho más*

domingo, 13 de abril de 2008

según ustedes.-

Maltrátenme, critíquenme y deshumanízenme. Digan que no soy quien la gente cree, expliquen que no soy aquello que todos imaginan. Narren mis mil aventuras y pongan en mi contra aquella parte de mundo que aún me respeta. Dibújenme, y no precisamente mi dibujante de cómics, como alguien a quien mejor no acercarse. Descríbanme como un ente caprichoso que me muevo por intereses. Escriban de mí que, cuanto más lejos, mejor. Cuando llenen suficientes hojas en blanco para empapelar un edificio entero, paren. Cuando vuestro puño no sea capaz de escribir más, pero el cansancio no gane a las ganas de hundirme, dejen de escribir porque no es necesario que me hundan; ya estoy hundida. Cuando crean conveniente dirigirse a mí y hacer el esfuerzo de mirar a alguien inferior a todos ustedes, no lo hagan; yo ya habré levantado la cabeza pues os considero a todos superiores a mí. No es necesario que rezen para verme sumergida en la miseria, otra vez. Tampoco necesitan desear fervientemente que algo me vaya mal; siempre acostumbra a salirme todo mal. Y lo que menos necesitan es hacerme partícipe de mis propios errores. Supongo que, de todos ustedes, soy la que más ha cometido. Por eso, he aprendido a afrontarme a ellos.

Tienen pista libre y todo mi consentimiento para criticar todos mis actos, pues antes que ustedes yo ya lo he hecho. Pueden jugar sus cartas, el resultado sólo será negativo para mí. Seguro que también tienen el azar de su parte. No me importa tener que luchar; desde siempre mi vida ha sido un combate. Tampoco me supone ningún esfuerzo extra afrontar un problema; desde hace años, cuando consigo terminar con uno, empieza otro. Pueden escribir en las paredes y tintar páginas en blanco adjetivos que, precisamente, no lucren mi persona. Tienen derecho, si existe el derecho, de hablar mal de mí y ser su objetivo principal de críticas. Cuando hayan hecho todo esto, les recomiendo que también me digan, mirándome a los ojos, todo aquello que han escrito, descrito, explicado, narrado y dibujado sobre mí.

Y con el mismo derecho que yo les permito hacer todo esto, existente o no, yo les doy un consejo. De manera impulsiva, lleven a cabo todas las críticas alrededor de mi ser. No obstante, si tienen cinco minutos que derrochar de su preciado tiempo en mi persona, piensen por un momento enmí. Si tienen tiempo, o creen que vale la pena invertirlo en un análisis breve y directo sobre mí, evalúen toda mi trayectoria hasta hoy. Llevarán a cabo el grato descubrimiento de que mi concepto de problema no se asemeja, ni por asomo, al vuestro. Tal vez por eso, ustedes van creando problemes donde sólo hay una charla pendiente.

O no, mejor no. Mejor critíquenme hasta que se queden sin saliva. Piensen sólo en ustedes y no me dediquen un mísero pensamiento antes de hablar mal de mí. Esparzan que soy decepcionante. Tíldanme de hipócrita.

yo: dícese de persona denigrante*

viernes, 11 de abril de 2008

no hay circuito.-

Está noche está ida. No me escucha; ni me mira. Ahora mismo está sentada a mi lado, pero absorta en sus pensamientos. Hace muchos años que la conozco, pero nunca he sido capaz de entender qué le ocurre. He visto como la ha tratado este hogar llamado mundo. Me he dado cuenta de que ha sido mucho lo que ha tenido que soportar. Y, por eso, no entiendo porqué no le salen bien las pequeñas cosas. Días atrás volvía a sonreír, pero hoy ya no. Oigo su respiración. Está cansada. Me muevo para captar su atención, pero no se inmuta. Sé porqué está empezando a llorar. Nunca es objetivo de lo positivo, siempre es el principal punto para atraer todo lo negativo. Pero no sé si se queja de lo que le ocurre. Sólo la he oído renegar de lo más cruel que le han hecho hasta ahora. Por eso, no entiendo porqué el mundo no se le convierte cada día en algo un poquito más fácil. Considero que está en deuda con ella. Pero no. Está predestinada a que todo falle. A que casi todo falle. Murmura... odio hacerme mayor... La miro. Está sentada, con las piernas flexionadas y se abraza las rodillas. Su cara denota dolor. Está abrazada a sus rodillas. Y cuando la veo así, sólo tengo ganas de chillar al mundo que ella no se lo merece.

Sólo quería que esto me saliera bien. Pero ya veo que no. Creía que, por fin, algo me iba a salir bien. Y este es mi error. Ilusionarme. ¿Por qué no sé escoger bien? Jamás aprenderé. He conocido muchas personas, pero pocas de mi especie. Algunos me entenderán y sabrán que no hablo en vano, que yo soy diferente. A ti, perfecto desconocido, sólo me queda decirte adiós, sin tan sólo haberte dicho hola. Exacto, salgo del circuito. He aguantado algunas vueltas, pero las últimas han sido bastante difíciles. Y al final, me he caído. Sólo me queda desearte un buen viaje.

Te echaré de menos*

dibujante.-

Nunca pensé que la mejor conversación que tú y yo íbamos a mantener fuera a través de un mundo virtual. Sin vernos, ha sido la manera de sentirnos más cerca y de mostrarnos tal y como somos. Yo, huyendo de metáforas y utilizando a un alguien que a veces tú querías descubrir. Tú, huyendo de tu propio yo y ayudándote de rimas. Pero siempre, y sólo, tú y yo. No obstante, orgullosos de comentarios anónimos. A lo mejor no me creerás, pero hoy iba a escribir sobre ti, sobre mí. Por enésima vez. Pocas veces de manera completa pero, han sido muchas las ocasiones en qué, entre las palabras arrancadas de mi más dolido interior, has encontrado aquellas que iban dirigidas a ti. Hoy, mientras llevaba a cabo el placer de la lectura, rememoraba aquel escrito, detonante de todo. ¿Te acuerdas? Llevaba por título extraña y acababa con un no es beig, es vainilla*. Estoy convencida de que allí empezó todo. Un idilio perfectamente escrito y aún mejor dibujado. Una compenetración perfecta, inexistente a los ojos del mundo, y necesaria para la supervivencia de los nuestros. Han habido noches en qué el sentimiento ha distorsionado la realidad, y descifrar las palabras ha sido una tarea complicada. Pero creo que siempre hemos seguido el hilo argumental. He conocido, a través de tu puño y letra, a una musa de esencia conocida. He leído el relevo. He releído aquellos textos que te han mostrado tal y como eres, por mucho que lo quieras esconder. Tú has conocido a un villano, a quien yo nunca etiqueté como tal. Has leído el t'estimo más sincero que durante años he pronunciado. Has corroborado que los superhéroes sólo existen en los cómics, pero yo tuve la suerte de tener un héroe como papá. Nunca hemos hablado en persona de lo que escribimos. Por eso, esta es la conversación que más me agrada. Si miras hacia atrás, date cuenta de que llevamos meses dialogando. Aunque, quien dice dialogando dice escribiéndonos. Hablar no es lo nuestro; escribir, una pasión. Hasta hace poco, totalmente desconocida para mí, pero me alegro de haber conocido esta faceta tuya.

No me hables, sólo escríbeme*

miércoles, 9 de abril de 2008

el reencuentro.-

Ayer por la noche me esperó. Estaba sentada en el portal. A medida que me iba acercando, veía en ella algo diferente. No era la ropa ni el pelo. Aparentemente parecía todo igual. Pero había algún destello en ella que la hacía especial y, sobre todo, diferente de los últimos días. Fue mientras recorría los últimos metros cuando me di cuenta de lo que le ocurría. Estaba sonriendo. Hacía meses que había perdido aquella costumbre. Es cierto que nunca dejaba de sonreír, pese a todos los contratiempos. Pero ayer volvía a sonreír de manera consciente. Quería sonreír, no podía esconder su ilusión. Ilusión. Hubo un momento de su vida en qué la borró de su diccionario, pero tuvo el detalle de no borrarla para siempre sino apartarla.

Cuando estuve justo enfrente de ella se levantó y me susurró un gracias. No era necesario que dijera nada más. Sabía que en esa sola palabra tenía cabida un discurso largo y sentido. Un pequeño sollozo conllevó un largo abrazo. Cuando me acerqué a ella, sentí que su cuerpo temblaba y su pulso estaba acelerado. No daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Aquellos síntomas sólo eran producidos por un sentimiento. Es cierto que había olvidado, pero ahora podía volver a sentir algo. Tenía licencia para volver a querer. No sabía si querría hablar, o sencillamente me había esperado para darme a conocer la noticia, pero ya está. Sin embargo, no fue necesario preguntárselo porque la proposición de ir a dar un paseo surgió de sus labios.

Cabizbaja y dando patadas a todo aquello que sus pies encontraban, de vez en cuando me explicaba alguna de sus últimas situaciones vividas. Una leve sonrisa iluminaba la noche y ni los árboles conseguían hacer sombra a la plenitud de su momento. Desde siempre me ha gustado escuharla. Pero ayer mucho más. Sus palabras casi rozaban la perfección. Y de golpe, en un pequeño claro del parque por el que deambulábamos, empezó a saltar y a chillar. Era el impulso de aquello que llevaba dentro. Lo sentía. Yo me senté en un banco y la observé. Sonreí. Entonces me di cuenta de que el mundo se había vuelto un poco más amable con ella.

De vuelta a casa, no dijo nada. Tan reservada como siempre, como ya recordaréis, sacó las llaves del bosillo y abrió el portal. Justo delante de la puerta de su habitación me volvió a susurrar un gracias. Y me rogó que nunca me fuera demasiado lejos. Ayer por la noche, ella durmió tranquila; oía su respiración acompasada y acorde. Fui yo la que libró una batalla con el sueño. Pensé en todo lo que había pasado hasta el momento, y entonces apareció el miedo. Miedo a que volvieran a lastimarla. Había despedido a su villano, a aquel a quien había dibujado aún sabiendo que no formaría parte de su cómic de héroes. Y ahora empezaba a trazar los primeros bocetos de alguien. Estos primeros bocetos la estaban devolviendo a la vida. Sin embargo, ayer no pude dormir por miedo a que estos bocetos sólo lleguen a ser caricaturas.

bienvenido a mi mundo*

jueves, 3 de abril de 2008

el último reducto.-

Ayer derribaste el último reducto que aún se mantenía en pie. La última torre que se alzaba a tu favor. Ayer me heriste como hacía meses que no lo conseguías. Me imagino que valor es una palabra de diccionario pero inexistente en la vida real. Si alguna vez lo descubres en tu interior, avísame. Te fuiste, dentro de poco hará ocho meses, con un triste, impronunciable, no creíble y cruel ho sento. Desde aquella noche, aún estoy esperando a que te dignes a alzar la vista y mirarme a los ojos. Que hables, que me hables. Me debes una explicación. No de lo inexplicable y de aquello que surge de corazón. Quiero, y merezco, una explicación de aquello racional. Y este fue uno de los problemas. Jamás fuiste racional conmigo. No me escuchabas y te engañaste a ti mismo. Pero el resultado sólo fue trágico para uno de los dos; el que menos quería que todo acabara.

Y de ti, de ti jamás he escrito. Desde nunca congeniamos. No nos regalábamos ni un hola. Ahora, da por sentado, que no te regalaría ni un adiós. No te lo tomes como algo personal, simplemente, por lo poco que te conozco, no te lo tomes. Piensa en ti y en nadie más. Ojalá no nos hubiéramos cruzado. No he sacado nada bueno de ti, en cambio, tú de mí sí. Espero que algún día dejes de ser un ente caprichoso y sepas que las cosas no se tienen cuando uno quiere. Ironías de la vida; fuiste el principio y también el fin de lo que más quería... de lo que he decidido olvidar porque ahora ya no vale la pena. Da gracias por las cinco líneas que te he dedicado porque, tómatelo como una dedicatoria.

Sabéis, en realidad estáis hecho el uno para el otro. Me ahorraré la descripción de ambos, pero era yo la que sobraba en este triángulo. Lástima que ninguno de los dos supo dejar a un lado la cobardía y poner encima de la mesa los hechos que intentábais esconder y que nadie veía; nadie excepto yo. Al final he entendido que es cuestión de merecer. Tú no me mereces y tú te la mereces.

Aquí se acaba todo. Sé que escribiré más veces sobre ti, porque siempre formarás parte de mi ser y, por siempre, te querré, pero no como había hecho hasta ahora. De todo esto he aprendido que muy poca gente quiere a mi manera. Sólo espero que nunca pases lo que he tenido que soportar yo. Cuando parece que el mundo se acaba. Tener la sensación de que llorar no ayuda, pero no sabes hacer nada más. Darte cuenta de que has querido en balde. Reconocer que hay alguien mejor que tú y que, por eso, te dejen por otra persona.

Y justo cuando acabo de escribir todo esto, me doy cuenta de que nunca te odiaré y siempre estaré en algún lugar del mundo al que puedas acudir.

A veces tengo el don de la palabra*

miércoles, 2 de abril de 2008

dolços 24.-

No sabras que en aquest gran món virtual existeix un fet a la meva vida. Està fet per mi i per a mi. En ell escric tot allò que em passeja pel cap, que m'alimenta el cor o que em xucla fins l'última gota de sang. Però en els dies marcats sempre queden enrere els meus sentiments per parlar de la gent que més m'estimo. Avui és el teu dia, així que et mereixes quatre ratlles. Ja coneixes la meva passió per escriure, però espero que aquestes tinguin un gust especial.

Mirant enrere, un costum que vull començar a oblidar, recordo que al principi mai parlàvem. Només ens saludàvem quan ens creuàvem per casa teva, per aquell petit poble o als matins quan em veníeu a buscar. Certament, eren molts els moments que compartíem però, sense saber el perquè, no acabàvem de lligar. Per sort, enrere han quedat aquells dies. Tampoc, sense saber quan ni perquè, vam començar a xerrar de tot i més. De nosaltres. Havia deixat de ser parella de per ser només la María. Havies deixat de ser germana de per ser l'Elisabet. I me n'alegro molt que existís aquell moment.

Fent memòria, he revisat moments que estan emmagatzemats al meu cap, en aquell calaix tancat amb clau on només guardo tot allò que no vull oblidar mai. Ets conscient que un dels teus-meus moments que més m'agradava era quan, assentada al llit del teu germà o mirant una pel·lícula al menjador, arribaves amb el teu atuendo i volies opinió. Per norma, sempre m'agradava el teu conjunt, però m'encantava quan obries el teu armari i treies el calaix dels collarets, pulseres i tots els accessoris possibles. Encara que sembli una tonteria, crec que va ser a partir de llavors que tu i jo ens vam començar a conèixer, vam posar interès en saber l'una de l'altra.

Anys després, tenim sopars, tardes de piscina a casa teva, sopars amb els teus amics, festes majors del teu poble, missatges i trucades i, sobretot i el més important, la costum de quedar per dinar. M'agrada trobar-me amb tu a la plaça bonanova i compartir amb tu plats vegeterians o creps. M'agrada quan ens veiem i parlem i parlem, com si res més existís en el món. M'agrada quan rius del meu monyo, i tu del meu. En realitat, m'encanta haver-te conegut.

Espero poder-te trobar sempre, en algun lloc, en algun moment*

martes, 1 de abril de 2008

tu añorada.-

Hola papá. Aquí estoy otra vez, en tu día cero y mi día sin aliento. No sé qué me ocurre pero, cada día cero que sumo, más me cuesta soportarlo. Empiezo a tenerle un miedo considerable a todos los inicios de mes. Pero, no lo entiendo. Todos los días te echo de menos por igual y cada día pienso en ti y en todo lo que nos robaron. Pensaba que el día en qué todo empezó, o acabó, sería el más doloroso, el más difícil de superar. Sin embargo, ese día no fue nada en comparación a cualquiera de los que he tenido que vivir después. No sé dónde buscarte, dónde encontrarte... no sé dónde estás. El otro día no sabía dónde ir, estaba realmente angustiada por todo y cogí el coche. Me acerqué hasta donde los creyentes creen que permanecéis por siempre jamás. Siento no creer lo mismo que ellos, supongo que me parezco mucho a ti. Pero, aquel día, tenía la necesidad de engañarme y sentarme cerca de algún lugar en el que a lo mejor estuvieras. Paseé hasta llegar a la que fue tu última guarida. Y fue precisamente en ese paseo sin sentido cuando me di cuenta de que sólo existes en un lugar y sólo perteneces a un sitio. Existes en mi interior y me perteneces a mí.

Papá, jamás he entendido por qué nos hicieron esto. A menudo, por no decir siempre, le doy vueltas. Intento encontrar una explicación más o menos lógica, pero soy incapaz de lograrla. Al principio, todos se sorprendían porque no desprendía cólera alguna. Pero no han descubierto que el paso de los años y el crecimiento de cólera son directamente proporcionales. He aprendido a administrarla, pero te puedo asegurar que ahora ya vive en mi interior. Convive con todo lo que te explicaría, pero que no te puedo contar. Convive con todas las lágrimas que escondo, porque no quiero dar lástima.

Sabes papá, hoy he estado mirando nuestras fotografías. Desde que yo era una enana hasta hoy, pasando por aquel cruel octubre que lo cambió todo. Le tengo especial aprecio a todas aquellas en las que yo no levanto un palmo del suelo y tú siempre estás a mi lado. Los paseos por el prado, los días de piscina, los momentos de lectura. Pero mis predilectas son todas aquellas en las que salgo con mis dos chicos; mis dos Guillermos. Me jode, y perdón por mi vulgaridad, tener que recurrir a instántaneas para verte. Odio llevar una fotografía siempre encima porque sé que, cuando llegue a casa, tampoco te voy a ver. Te voy a contar un secreto; me encanta que me digan que me parezco a ti.

Por hoy me voy a ir despidiendo, pero no sin antes decirte que hoy me he puesto tu joya de la corona. En días como hoy, no paro de mirar el reloj. Pero no miro ni la esfera ni las agujas. Todo va más allá. Veo el primer día que te dije que de mayor me lo quedaría yo. Cuando me lo pusiste y me dijiste que aún era pequeña. Hoy aún baila en mi muñeca, pero ya me he hecho mayor. Me han obligado. Anhelo que nuestro reloj señale el día dos y deje atrás tu día cero y mi día sin aliento.

Tu añorada empedernida*