lunes, 31 de diciembre de 2007

hasta luego.-

Otra vez he decidido dedicarte el último pensamiento del año y regalarte el primero del siguiente. En realidad, cada día he pensado en ti. Tendría que haberte explicado un millón de cosas, tendrías que haberme consolado, tendríamos que habernos peleado, tendríamos que habernos enfadado como hacen papás e hijas. Pero todo esto lo llevo imaginando desde hace, mañana, cuatro años.

A estas alturas, todos hacen balance de lo bueno y lo malo del año. Yo lo hago de todo lo que me ha ocurrido y de lo nada que te he podido contar. Por eso, hoy me sentaría en algún sitio donde tú estuvieses cerca. Me pasaría toda la noche hablando contigo. No, mejor aún; reposaría mi cabeza en tu pecho y oiría cómo aún late.

Esta noche, acogiéndome a mi peculiar manual de tradiciones, buscaré una mesa lejos de casa para cenar por último vez en un año. Por un momento, hasta que suenen las doce, me sentiré como una princesa en un cuento de hadas. Hasta que las doce me lleven al inicio del que fue tu último día.

Hoy he estado hablando con Guillermo de ti. Hemos estado mirando fotos y le he explicado anécdotas de los tres. Al ver la primera foto, una sonrisa se ha dibujado en su rostro. Te echa de menos. Te ha señalado y te ha enviado un beso. Ha sido en ese preciso instante cuando el mundo se ha detenido; sólo Guillermo, tú y yo. Una situación irónica pero que ocupa el primer lugar de mi peculiar manual de tradiciones. Tú jamás me defraudaste y Guillermo no está enseñado para eso, así que sois mis Guillermo's predilectos.

Ahora te contaré un secreto. Hace tiempo vi una película donde una niña pequeña y de cabellos rubios echaba un montoncito de arena sobre una tumba en tierras africanas. La última frase que le dedicó fue dulces sueños papá. La escena perdió toda violencia o incomodidad que muchos otros hubieran encontrado. A mí, esa escena me transportó a mi niñez donde tú aún estabas a mi lado. Desde aquel día, decidí decicarte, por siempre jamás, dulces sueños... como aquella niña de cabellos rubios en tierras africanas.

Te quiero papá*

sábado, 29 de diciembre de 2007

tu perfección.-

Un mismo día supuso el renacer para ti y el morir para mí. El coche albergó mi último suspiro antes de bajar para ya no subir jamás. El mundo se detuvo para luego reanudar su marcha a contracorriente. Me enseñaste a querer, me mostraste un mundo del que sólo conocía el lado oscuro. Decidí emprender esta historia contigo y pensé que podríamos firmarla juntos. Viajes, noches y millones de momentos que cercioran que me quisiste. Pero no fue una historia de dos...

Después de aquella noche, de la que no recuerdo ni el último beso, todo se tiñó de un tono más oscuro. Eras uno de mis focos de luz principales, y te apagaste sin más. Recuerdo perfectamente aquello que sentía; el miedo, el pánico... Y aún maldigo el momento en que decidí hacerte la pregunta. Pero, a sabiendas de que tu vuelta era el principio de nuestro fin, escribí las 65 palabras más sinceras de aquel momento... y de hoy.

¿Per què t'estimo? en 65 paraules*
T'estimo perquè, un dia, en el moment adient, vas fer que em deixés portar.
T'estimo perquè m'has ensenyat un món que ningú m'havia volgut mostrar. Perquè has compartit aquest món amb mi.
T'estimo perquè vas estar amb mi aquella nit d'eclipse i t'ho vaig confesar; només a tu.
Perquè mai he estimat d'aquesta manera. T'estimo*
[agost '07]

Hace ya varios meses de aquella noche y las cosas no mejoran. Peor aún, hay algunas que incluso empeoran. Intento olvidarte, intento no quererte, intento asimilar que ya no te tengo. Pero todos y cada uno de estos i n t e n t o s son en vano porque no llego a conseguirlos. Me hundo en mi miseria. No tengo fuerzas para salir del agujero negro que yo misma he ido cavando. Después de todo, aún te sigo queriendo.

A todos los que leéis estás líneas os doy la bienvenida a mi más triste historia de la que podéis formar parte y de la que no se prevé un fin inmediato.
A ti, que existes en mí más de lo que deberías, te doy la bienvenida a tu más perfecta historia, de la que no soy ni protagonista ni tengo un papel. Porque para que una historia sea perfecta tiene que ser s ó l o de dos.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

deplorable.-

Hace tiempo empezásteis a delinear lo que iba a ser vuestra historia perfecta. Hace meses habéis empezado a plasmar todo aquello que, aún existiendo yo, os daba alas para seguir adelante. Hoy te he visto y estabas a mi lado, pero te he sentido más lejos que nunca. Me molesta tu ignorancia y arrogancia. Odio que hagas ese recorrido. Me enoja que estés con ella. Sin embargo, lo que más me duele es la decepción. Me has decepcionado y aún no te has dado ni cuenta. Me has humillado y no eres consciente. Me has atormentado y aún no lo sabes. Pero lo que tengo clavado es que me hayas decepcionado.

Dejé de ser protagonista de una historia perfecta para ser actriz secundaria y olvidada de la misma historia, pero protagonizada por otra. Y ahora compagino el trabajo para poder ser actriz secundaria y antagonista de un cómic.

Siento haber derramado el bote de tinta sobre las páginas dibujadas hasta ahora. Las he colgado para que se sequen. Pero tengo miedo de que se pierda todo aquello que dibujaste. Sería difícil volver a empezarlo todo, otra vez. Cada gota de tinta lleva plasmado un grano de decepción. Y sé que es lo que más duele.

Y o: dícese de persona deplorable*

domingo, 23 de diciembre de 2007

mi disculpa.-


Arrancar palabras desde la sinceridad más absoluta, a veces, resulta difícil. Hoy surgen como un cauce de río despavorido con ganas de llegar a su mar. Hoy te llegarán a ti. Te encuentras ante mi disculpa más franca. No me escondo detrás de las letras, pero este pequeño rincón sé que es querido por algunos, y entre ellos estás tú.

Cuando pongas en duda muchas cosas, limítate a no pensar. Con la mente en blanco, empieza a mirar nuestras fotos, nuestra foto, a recordar nuestras lágrimas, nuestros encuentros, nuestras charlas, nuestros mejores momentos... Cuando veas que existe una larga lista con el pronombre nuestro delante de tantísimos sustantivos, entonces es cuando puedes pensar. Piensa que eres alguien a quién quiero demasiado.

Has podido comprobar que no soy perfecta, y mucho menos digna de admiración. Me equivoco a menudo. Hago las cosas mal y me pierdo en el camino de arreglar todo lo que estropeo. Sin embargo, tengo la virtud, en tu caso; con otros es mi mayor defecto; de no olvidar. No olvido nuestra primera conversación, nuestro primer encuentro, nuestra primera instantánea, nuestro primer viaje... Y no te olvido. Aunque no me creas, no te olvido.

Mira la fotografía y sigue el contorno de las sombras. Gracias a la luz puedes ver de quién se trata.

Somos tú y yo*

miércoles, 19 de diciembre de 2007

j o u r n i s*

La cafetería a las ocho de la mañana es un lugar, francamente, acogedor. Tal vez sea por el cacaolat caliente, por las noticias de la CNN o por los camareros que nos reciben con un bon dia y una sonrisa. Puede que sea por la música que ameniza la escena o los perfectos desconocidos de cada día. Pues créeme si te digo que todo esto es secundario y lo mejor es saber que te voy a encontrar en nuestra mesa a nuestra hora. La compañía perfecta.

Estoy en el tren, los autobuses han hecho huelga y, pese al infortunio, tengo una sonrisa dibujada en la cara. No me preguntes el porqué. Tal vez sea porque hemos acabado los exámenes y el último nos ha dejado un buen sabor de boca. O porque no tendremos más hasta dentro de tres meses. No, todo esto es efímero y el motivo de mi sonrisa es eterno. Creo que es porque me alegro de haberte conocido. La compañía perfecta.

Sonrío mientras escribo en una hoja en blanco, bajo los apuntes de redacción, cuatro palabras que no serán capaces de transmitir realmente lo que significas para mí. Hace ya tiempo dejaste de ser aquella mera compañera de uni con camiseta rosa y estilo clásico. El anhelo de conseguir un sueño nos presentó y, las coincidencias de la vida, nos han unido cada vez más. La compañía perfecta.

Además de ser una compañía perfecta, te has convertido en alguien imprescindible*

lunes, 17 de diciembre de 2007

t'estimo.-

Sé que tot el que comença, acaba. Poques coses perduren, per sempre, en el temps. Des del primer dia vaig viure intensament el nostre idil·li; sabia que tindria data de caducitat. A diferència de molts altres però, no vaig adonar-me'n quan la dolçor del moment deixava pas a l'amargor. Potser perquè mai va existir i, senzillament, la dolçor es va acabar. Abans de trobar-te, estava convençuda que ja coneixia què era això que molts anomenaven estimar. Però no, només havia conegut què era estimar, sense ésser correspost. Amb tú, vaig trobar la màgia, les ganes de fer coses, l'essència... vaig aprendre a dir t'estimo de la manera més sincera.

Eres el refugi perfecte per un cor que havien destrossat. Vas aconseguir recompondre totes les peces esmicolades. Vaig ser la nina amb motius per somrire des que em llevava, fins que m'anava a dormir. No vivia un conte de fades, era molt millor, estava vivint una realitat. Has estat el millor que m'ha passat i tornaria enrere en el temps si això suposés tornar-te a tenir. No conec els límits de l'estimació, només conec els meus... i t'he estimat com a ningú. De fet, encara ho faig.

El meu cap viatja a una velocitat vertiginosa, deixant el meu cos terriblement esgotat cada vegada que cau la nit. Intenta trobar respostes a milers de preguntes que, per no tenir, no tenen ni sentit. No us penseu que esteu davant una romàntica, només davant d'algú que encara estima com si del primer dia es tractés. I els dies passen i ni la ràbia ni l'odi creixen dins meu. Voldria odiar-te i no tenir ganes de veure't. Tant de bo no pensés en tu. M'agradaria dir-te que t'he oblidat. I saps què és l'única cosa que podria dir-te? Exacte, un t'estimo.

Les llàgrimes comencen a vessar. Suposo que és el moment d'escriure el darrer t'estimo. El darrer per mi, perquè aquest lloc és tan desconegut per tu, com tu aquests últims mesos per mi. Anhelo un impossible. Ja no em pertanys. Aquests ulls, ara negats, que durant tant de temps t'han mirat amb devoció, ara miren enrere per viure uns últims records. Estimar-te tant és el culpable que jo ara et desitgi la més gran felicitat i que ni un sol gra d'odi s'hagi cultivat en contra teva.

Mentre les llàgrimes regalimen per un rostre ferit, escric el darrer
t ' e s t i m o.-


And suddenly I become a part of your past*

domingo, 16 de diciembre de 2007

l'enyorança d'un mot.-

És quan arriba el nadal que em marxen les il·lusions. És quan els nens corren, que el meu món s'atura. És quan les llums del carrer, dels arbres i dels balcons il·luminen totes les cares, que la meva es torna fosca. És quan la més tendre imatge em comporta el més enyorat record. És quan més anhelo tornar enrere en el temps, que el temps ja ha avançat massa ràpid. Voldria dominar el temps. Accelerar tots aquests dies que molts esperen d'un any per l'altre. Passar per alt els dies marcats de color vermell al calendari i, de cop i sense adonar-me'n, viure ja a finals de gener.

De petita, el nadal era anar a la terra de la mama i veure moltíssima gent que es reia del meu català. Era passejar de la teva mà pels carrers il·luminats de Barcelona. Era il·lusionar-me amb la més mínima tonteria, perquè el nadal encara era una època on la tendresa de cada moment feia interminable l'estimació que et tenia. M'ajudaves a pelar el raïm i em donaves un cop de mà si, a la vuitena campanada, encara em quedaven més de sis grans de raïm. De petita, era quan em deies feliz año María.

De gran, els nadals han perdut la màgia. És quan l'enyorança creix dins meu, acompanyada de la nostàlgia. És quan més m'enfado amb el món. És quan més desitjaria tornar a tenir-te al meu costat. És quan tothom parla de família i jo només penso en tu. Saps, de gran, els nadals són la prova més dura que encara mai he superat amb èxit.

Echo de menos decir papá*

martes, 11 de diciembre de 2007

otro atardecer.-

Me dijeron que aquella tierra contagiaba de tal manera que, el deseo de volver a acariciarla crecería, aún más, con el paso del tiempo. Cuando llegué, lo primero que estremeció mi cuerpo fue el olor. Contundente y rotundo, impregnó cada rincón. Suficiente como para que, ahora, cierre los ojos y aún sepa cómo es el aroma de aquel paraíso. Al llegar a casa, fue perfecto el momento en qué, al abrir la mochila, respiré el mismo aire de aquel mes y medio.


Poco a poco se fue despertando frente a mí un continente dormido. Le canté nanas para que el despertar fuera dulce y no se enojara conmigo. Le susurré al oído que quería descubrir lo que nadie conocía. Le prometí cuidarlo, y él hizo lo mismo. Era un regalo que quería destapar despacio, sin romper el papel, ni siquiera arrugarlo. Me mostró su corazón, el retiro más preciado. Selva vírgen crecía bajo mis pies descalzos, pues no quería herir aquel dominio.


El día se iba superando y él cumplía su promesa de descubrirme sus mejores guaridas. Fue justo poco antes de caer la noche cuando el continente se personificó y apareció, de la nada, Paisinho. Fue junto a él cuando observé la joya mejor guardada del continente negro. A la izquierda, el N'pongi nos refugiaba de los vientos que empezaban a soplar. A la derecha, la aldea empezaba a caer en un sueño profundo para dar paso al más bello atardecer. El sol tiñó de naranja la línea que resaltaba la silueta de la selva. Ni siquiera las nubes se atrevían a tapar tal regalo.


Observando el que iba a ser uno de los mejores momentos, me senté en el suelo y coqueteé con la tierra en la que reposaba. Paisinho, con conducta imitativa y cansado del suelo de siempre, se sentó en mi regazo. Juntos vimos mi primer atardecer africano. Desde aquel día decidí permanecer todos los días en el mismo lugar para volver a ver algo realmente precioso.




Saint-Exúpery se convirtió en mi genio desde que descubrí que, de su pluma, surgieron aquellas palabras que afirmaron que cuando uno está verdaderamente triste, son agradables las puestas de sol.







Regálame otro atardecer*

lunes, 10 de diciembre de 2007

cuando.-

Cuando el amor sea algo efímero; despiértenme.
Cuando sea capaz de odiar; díganme que me duerma.
Cuando el mundo deje de ser mundo, vengan a buscarme.
Cuando pueda irme porque nada me ata; provéanme de un billete, pero sin viaje de vuelta.
Cuando pueda volver a soñar; déjenme tal y como esté.
Cuando todo se vuelva aún peor de lo que está; acólchenme como si de una criatura se tratara.
Cuando mis deseos dejen de ser imposibles; avísenme para saber que entonces puedo empezar a soñar.
Cuando me esté descolgando de esto que vosotros llamáis mundo; socórranme de mi más hondo agujero.
Cuando te quiera mirar a la cara; prohíbanmelo, no te lo mereces. Y no se trata del villano.
Cuando algo bueno me ocurra, pellízquenme para saber que no es otro sueño del que no quiero despertar.
Cuando me queráis llamar cobarde; no tendréis que venirme a buscar porque estaré justo delante vuestro para oíros.
Cuando algo roce la perfección; grábenlo.

Y ahora, permítanme que invierne, como si de una bestia se tratara...

sábado, 8 de diciembre de 2007

your mim.-

Todo empezó con una sudadera blanca. Los recuerdos me traicionan y hay lagos en mi memoria que no consiguen encontrar cómo avanzó nuestra historia. Pero sí me acuerdo de algunas conversaciones que hicieron que la nuestra no fuera una mera amistad de compañeros de clase. Pensando en todo esto, me doy cuenta de que el tiempo pasa relativamente rápido, menos cuando se necesita de verdad. Hace años que soy mim y, ahora, incluso hay veces que nos olvidamos del origen del mote. Sabes más de mi que seis personas juntas de ti. Y no me gusta. Pero me gusta que siempre estés ahí. Sin embargo, parece que últimamente la seriedad en las conversaciones se apodera de ti para hablar, aunque sin dar protagonismo a nadie. Y de todo aquello que empezó hace mucho a hoy.

Ahora eres un escritor perfecto de cómics con héroes inventados o sacados de cuentos donde los villanos, cada vez, lo son un poquito menos. Eres un cinéfilo experto en películas protagonizadas por Denzel Washington o princesas encantadas. Eres, como todos, un añorado de aquello que un nuevo continente ha albergado durante cinco meses. Eres poseedor de una presencia abrumadora con un porque yo lo valgo de pies a cabeza.

Por todo esto, mi pequeño regalo*

jueves, 6 de diciembre de 2007

dieciséis.-

Dieciséis inviernos. Todo empezó un día gélido de esta estación. Desde entonces, hemos pasado inviernos en pequeños pueblos, en ciudades amuralladas de inconmesurable belleza, en tierras de mamá... pero siempre juntos. Parte de los días de invierno los dedicábamos a viajar en tren horas y horas. Y fue el principal motivo por el que me enseñaste el placer de la lectura. Me decías así el tiempo pasa más rápido. Hoy en día, aún sigo leyendo para que el tiempo acelere su ritmo pausado. Los inviernos han dejado de gustarme porque sigue haciendo frío, pero ya no tengo tu calor para aliviarme.

Dieciséis primaveras. Paseábamos por los parques de todas las ciudades que nos han ido acogiendo. Nos conocíamos los mejores rincones, perfectos para estar Guillermo, mamá, tú y yo. De uno guardo un grato recuerdo... tal vez porque fue uno de los últimos. Esta estación servía para prepararnos los viajes, otra vez, a tierras de mamá. Mi tierra no tiene playa... la de mamá sí; por eso nos gustaba ir. Cuando estábamos allí jamás me dejabas y siempre eras mi aliado, eras el único que no te reías de mi acento patético.

Dieciséis veranos. Sin duda, era la mejor estación. Toda entera para ti. No tenía nada más que hacer, sólo disfrutar de ti, aprender de ti, vivir de ti... Piscinas y playas eran nuestra mejor compañía. Al principio me enfadaba contigo porque me obligabas a pisar el fondo del mar y hacerme amiga de las algas. Si pudiese, te contaría que aún les tengo pánico. Guillermo era la pesadilla de todos los veraneantes por culpa de las ráfagas de arena que levantaba. Y mamá, imagínate, en la tierra que decidió dejar atrás por nosotros.

Dieciséis otoños. Nuevos colegios, nuevos cursos, y el primer día que siempre me acompañabas tú. Los otoños a nosotros nos parecían veranos porque nos dedicábamos a rememorar todo lo que habíamos hecho en la estación anterior. Algunos otoños fueron más duros que otros, pero al final acababan siendo dulces. No sé como te lo hacías pero todo acababa teniendo una dulzura especial, dejando atrás la amargura que presentaba en un primer momento.

Perfecto fue el invierno que me trajo, genial aquella primavera, bello el último verano y espléndido el otoño madrileño. Pero se acabó el ciclo de perfección con el fatídico otoño que trajo malas noticias y no dejó, ni siquiera, dar paso a nuestro último invierno. Porque hace cuatro primaveras, veranos, otoños y, dentro de poco, cuatro inviernos que cada día te echo más de menos.

Dulces sueños allí dónde quieras que duermes para siempre*

miércoles, 5 de diciembre de 2007

hasta luego.-

Se ha vuelto contra el mundo. Cansada de avanzar, o intentarlo, ha hecho un alto en el camino. Las fechas, la situación, la gente... todo contribuye a cerrar los ojos y desear desaparecer. Esta mañana lo ha intentado. Se ha postrado delante de la puerta y, antes de salir, ha cerrado los ojos y, tan sólo moviendo las comisuras de la boca, ha deseado perderse en otra dimensión. Me he puesto a su lado y, cuando ha abierto los ojos y se ha encontrado en el mismo lugar, le he cogido la mano y la he acariciado con dulzura. Sin levantar la vista, ha cogido su abrigo y se ha ido.

Hoy había decidido quedarme en casa. Después de ver esa escena, he pensado durante largo rato en ella. Sus ojos hace mucho tiempo que no brillan. Sus labios hace días que no sonríen. Sus pensamientos hace mucho que giran en torno a lo mismo. Su cuerpo lleva demasiados días sin vivir y su mente lleva demasiados días vividos. Un desajuste que la conduce, directamente, a la embriaguez de un recuerdo de algo que existió... no hace mucho.

No sería de cobardes si hoy, cuando llegase a casa, me dijese me voy. Si pudiese, iría con ella. Pero creo que ella no me querría a mí. Necesita respirar otro aire, oler nuevas esencias, conocer nuevos rostros; y olvidar. Sin embargo, estoy convencida de que jamás olvidará. Todo aquello que le ofreció fue más de lo que esperaba y suficiente como para encerrarla en un mundo ya inexistente.

Un pequeño golpe es capaz de devolverme a la realidad. Y es que yo vivo con los pies en el suelo y no como ella que prefiere caminar por las paredes. Pensando que era una ventana, paseo por el piso buscando aquella que esté abierta. Frente al correcto orden que presenta todo, miro las puertas, hasta que una hoja en blanco en el suelo de la entrada distrae mi total atención. La letra, escrita desde el puño más sincero y el sentimiento más franco, se convierte en algo ilegible. No obstante, el contenido ya se da por sabido...

"... si alguien te pregunta por mí, di que no tardaré mucho en volver. Sólo necesito tiempo para que me vuelva a querer. Sólo necesito tiempo para aprender a olvidar..."

Jamás pensaré que ha sido cobarde*