sábado, 24 de enero de 2009

....-

Una canción, un camino por recorrer, un destino al que llegar, un viento que sortear. Todo esto para el cuerpo que roza el desastre. La canción dibuja los acordes dentro de la soledad del coche. Un hope there’s someone campa a sus anchas y las notas se clavan. Existe una contraposición entre el cuerpo que no quiere y el corazón que necesita. Controversia del momento y complicación del estado. Todo para darle el placer a este jodido mundo de que, otra vez, el intento se ha resuelto de modo frustrante. Y es que la frustración empieza a ser una característica fija en el cuerpo.

El camino por recorrer es sencillo. Todo recto y al final, la salida de la derecha. No hay más, no tiene secretos. A veces es un camino muerto y otras, en cambio, demuestra su encanto. Coches y más coches. Cada uno de los cuerpos que conducen es un mundo. Algunos deben estar en consonancia con lo que ocurre mientras que, otros, eluden la realidad en el refugio del coche. Para el cuerpo, el coche da cobijo a sueños rotos, imposibles y perfectos. Exacto, aquellos que nunca ocurren.

El destino cambia. Depende del origen. Es el intercambio constante entre origen y final. Cuando A es el destino, el cuerpo se siente bien, tal vez porque se aleja de su mundo, aquel persistente y que a menudo es un lugar cruel. En cambio, cuando es B, el destino pierde ese hechizo para ser directamente un castillo, pero no de príncipes y princesas.

Y el viento, el viento es el acompañante perfecto que llena el vacío. Aporta lírica a la brutalidad de la escena personal, dibujada en la mente del cuerpo. Es la banda sonora de la película que no se ha empezado a rodar, de la que aún no se ha encontrado, ni tan siquiera, al protagonista…


Hope there’s someone*

1 comentario:

karmeta dijo...

Por qué será que últimamente, una buena canción,el coche,un destino y la calefacción se hacen cómplices de nuestros momentos...