domingo, 11 de enero de 2009

el caos.-

Lorenz escribió sobre la teoría del caos. Conozco a alguien que podría escribir la segunda, tercera e, incluso, una infinidad de fascículos. Pero no centrado en los números y la física. Y es que el caos es extrapolable a cualquier materia, tangible o intangible. Ella os hablaría de cómo algo, por pequeño que sea, puede ser la cuna del caos más complicado de entender y, sobre todo, intentar ordenar. Pero es que ordenar el caos es ir en contra de la propia fuerza de la naturaleza; pero como el zorro que encontró el Principito, a veces tendría que dejarse domesticar. La práctica sería útil, muy útil. Pero no precisamente para el caos, sino para el ente capaz de enfrentarse a él. Encontrar sitio razonable a todo lo que deambula por el pequeño rincón. Todo choca contra todo y alude a uno mismo a saber actuar con el desorden permanente.

Al principio tiene su encanto. Luego se convierte en un trabajo más costoso. Finalmente, convivir con el caos es la perdición. Es el camino que el cuerpo elige. Y es que el pequeño recipiente donde reside tal desorden es en la cabeza de cada cuerpo. Asume que se rige por el caos, él es el rey de todo lo que allí dentro ocurre. Es quien manda sobre el cuerpo. No existe fuerza de voluntad suficiente para quitarle el mando. Pero es que convivir con él tiene un cierto toque... especial. Es arriesgar. Es perder. Es apostar. Es encontrar. Es luchar. Es todo aquello que a veces, le da sentido a la existencia. El caos, a veces, es empezar aquello que parece imposible. Y es que en situaciones así, es el mejor aliado. Es quien te empuja a actuar. Y entonces le das las gracias por dirigir tu mente y obligar al cuerpo a realizar una acción.

Pero el caos agota, supera cualquier actitud, redime a la frustración y se equipara con la aniquilidad de cualquier sensación. Es un cuerpo a cuerpo. Pero al mismo tiempo da vida. La lucha persiste. Nadie se da por vencido. En realidad, el caos se convierte en algo atractivo y pese a que confunda todo lo que ocurre, tiene un aire especial. Esa esencia que algunos desean encontrar cruzando una calle, en un pequeño altercado o en el lugar más inesperado.

El caos resulta un buen aliado de viaje*

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