Las sábanas siguen el ritmo de tu respiración. Duermes tranquilo. Y, sólo entonces, una extraña calma me invade por completo. Te observo. Sin hacer ruido, para no despertarte. Pero necesito nutrirme de ti y sentirte cerca. Cintas y cuentos son los que te guían hasta llegar al mundo de los sueños nocturnos. Mañana, cuando se haga de día, seguirás en el mundo de los sueños. Vives allí constantemente. Mentira, no sé en qué mundo vives. No sé cómo es ni la percepción que tienes de él. Ni si te gusta o siempre que puedes te cobijas en otro hecho a tu medida. No sé nada. En realidad, me da igual no saberlo. Me conformo con saber que yo formo parte de ti y, sobre todo, que tú formas parte de mí y de mi mundo. Del real, pero también del paralelo. Me gusta mirar cómo duermes. Epi, sentado en la silla, también nos observa. Hoy has desistido de su compañía para irte con Mickey. Y allí estás, dormido pero cogiéndole el guante a Mickey. Nadie te ha enseñado, pero eres alguien tierno. Hoy tenía ganas de verte. Que me dieras un beso. Que me miraras y me sonrieras.
Podría pasarme horas mirándote. Me gusta cogerte la mano. Sentirte cerca. Saber que estás justo donde necesito. Cuando estamos solos el efecto soledad se ve multiplicado pero la sensación es de máxima cercanía. Los dos. Tú y yo. En realidad asusta. Te veo y, aunque no lo parezca, cada día eres un poco más frágil. Tengo miedo. Hay algo que todavía no he aprendido y ha sido decir adiós. Mientras te miro, pienso y me imagino el futuro. Estoy buscando la fórmula para sobrevivir sin ver cómo te duermes. Sin cantar contigo el show de Horacio Pinchadiscos. Sin pedirte que me des un beso. Sin comer contigo o que reclames a gritos que te preste atención. Sin oír a todo el mundo que me diga que eres guapo. Sin pasear por la playa. Sin quejarme porque no me dejas en paz. Sin verte aparecer por la puerta de mi habitación. Sin sentarme contigo y reírnos los dos. No sé cómo poner distancia entre tú y yo y sobrevivir.
Y mientras parece que todo se derrumba, tú sigues tranquilo. A lo mejor sueñas. O no. Eres una gran incógnita. Todo son hipótesis. Qué pensarás, qué sabrás, qué recordarás... Y nunca hay respuestas. Ni tampoco las habrá. Y así, tal y como eres, todo está perfecto. Algunos dicen que eres pobre, otros que es una lástima. Se equivocan, tú tranquilo. Eres héroe. Eres maestro. Eres un día triste de marzo. Pero miles de días felices. Eres recuerdos entrañables e infancias geniales. Eres playa y arena. Sin embargo, no eres igual. Y es, precisamente, lo mejor que te puede pasar. Posees algo que te hace diferente a los demás. Con el tiempo, me he dado cuenta de que en la diferencia radica la esencia de cada uno. Gracias por dejarme aprender de ti. Y mirarte mientras duermes.
Hay héroes que no tienen nombres exóticos*
No hay comentarios:
Publicar un comentario