Ha vuelto a pasear por la ciudad. En busca de lo que añora. No lo ha encontrado. Tampoco sabe si buscarlo, si debe buscarlo o si debe dejar que desaparezca para siempre. Fue la pluma de Shakespeare quien rubricó que uno de sus protagonistas era tan sólo un juguete del destino. Sin rumbo, se ha sentado en el suelo. Recuerda las páginas de un libro donde una chica diferente era la protagonista. Recuerda aquella voz leyendo el desenlace. Y allí, observando a la gente que la mira mientras camina ajetreada, se da cuenta de que todo cae en el cajón del recuerdo. Seguro que el desenlace de la historia es claro pero, de momento, no quiere darse cuenta.
Sumida en su mundo, sube el volumen de la música. El aislamiento es total. Si alguien fotografiara aquel momento de la ciudad, la agitación constante, el volumen de coches, los cruces entre personas y el gran barullo entrarían en contraste con aquella chica, sentada en el suelo de una gran ciudad. Y cuando quiere reaccionar es consciente de que ya es demasiado tarde. No sabe cuándo ha empezado a resbalar una pequeña lágrima por la mejilla pero nota el lento paseo por su rostro. Y así, confundida en un gran todo, se levanta y reanuda la marcha. Recordando, recordando aquello tan bello que en su día existió…
Echa de menos a su Hans Castorp*
1 comentario:
deja que desaparezca para siempre, no tiene solución, para ti no...
lo q tienes q hacer es arreglar todo lo q destrozaste, nunca podrás estar en paz.
akest finde em dit de fer suparet! has d'explicar...
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