miércoles, 30 de enero de 2008

un rincón cualquiera.-

Sentada en un bordillo, observa la ciudad. No quiere oírla, por eso escucha su música. Tan sólo quiere verla. El culo húmedo, por reposar encima del césped mojado, anuncia el paso del tiempo. El sol, calentando todo lo que encuentra por debajo suyo, alerta del demasiado tiempo perdido. La ciudad palpita a diferentes ritmos. Ahora es el ajetreo de la vuelta a casa de los estudiantes, la hora de comer de los empresarios o la vuelta al cole de los niños. Mi pulso hace meses que adoptó un latir uniforme pero, eso sí, sin duda alguna, no es el más adecuado.

Una marquesina, dos bocas de metro, un edificio alto, un paseo y un trozo de césped es el contexto más inmediato. Una chica, demasiado abrigada para la calidez del día, busca desesperadamente a alguien. El móvil no resuelve su agonía. Llevar gafas de sol consiente ver mucho más de lo que la gente permite. De golpe, la expresión de su cara entorna una sonrisa y empieza a destellar chispas de felicidad. No sé si seguir mirándola o torcer la cabeza para descubrir qué ente le proporciona tal placidez. Pero ellos deciden por mí y, sin quererlo, me encuentro en medio de un largo abrazo y un tierno beso.

Inconscientemente, o tal vez no, giro la cabeza hacia mi izquierda, no para obviar la escena, sino para ver si lo encuentro entre la gente. Si, por alguna casualidad, cogerá mi mismo autobús. Por si... por si nada. Seamos sinceros. Giro la cabeza para que no me vean llorar. Echo de menos nuestros viajes, nuestros encuentros, nuestros momentos. Lo peor de todo es que no echo de menos los momentos en sí, sino vivirlos contigo. Tú has sabido reponer lo que un día decidiste abandonar; a mí, me cuesta más aprender.

Desciendo de mis nubes para volver a la realidad. Me levanto para desaparecer de tan perfecta estampa. Desconcertada, por no saber dónde ubicarme en un mundo que a veces encuentro pequeño, echo a andar. Miro hacia atrás. Él no está.

Algún día, no muy lejano, dejaré de mirar hacia atrás*

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vale l'he llegit quan suposadament no l'hauria d'haver llegit... és preciós. Per coses com aquesta començo a entendre una cosa molt trista:crec que mai he estimat com tu...

Tot i aixó tinc molt clar, no només que un dia deixaràs de mirar cap enrere, sinó que un dia miraràs endevant i pensaràs que tot és millor que allò que deixes darrera.


PD:escriu algo tan maco pero positiu