martes, 19 de febrero de 2008

la vuelta.-

Voy en la camioneta. Estoy en la parte de detrás, la zona descubierta. Necesito respirar ese aire e impregnarme de ese aroma. Es una carretera larga, sin arcén. A los lados, pequeñas pailhotas, niños riendo y mujeres con miradas cautivadoras. Decenas de kilómetros que acaban en MI paraíso. Cuando se han pasado todas las bancas, sólo es necesario girar a la izquierda. El camino es tortuoso, pero perfecto. Empiezo a ver caras conocidas, ojos impregnados de felicidad y sonrisas que derrochan alegría. Paisinho lleva un peto de rallas. Raida un vestido. Sara una camiseta blanca. Están ahí mismo. No espero a que la camioneta se detenga, salto y piso otra vez aquella tierra rojiza. Me agacho para estar a su medida. Los estoy volviendo a ver. Están a un paso de mí. No doy crédito. Puedo volver a abrazarlos. He vuelto.

Pero no puedo escribir estas palabras en sentido estricto, porque aún no he vuelto. Llevo años esperando ese momento; la vuelta. Me imagino y dibujo la situación. Sonrío para mis adentros. Aquellos días en el corazón del continente negro ha sido lo mejor que me ha pasado hasta ahora. No fue sólo un viaje. Desde aquel 12 de julio, no ha pasado día en que no me transporte hasta aquella pequeña aldea. Pienso en todos los niños que conocí, en Davide, el señor Josias, en Lourdes y Rosa María. Hay una infinita lista de nombres.

Quiero volver a N'kondedzi. Necesito vivir otra vez un mes y medio, o dos o tres, en ese rinconcito de mundo que el hombre aún no ha lastimado. No lo ha lastimado porque los sentimientos de allí son los más puros, sinceros y bellos que he conodico jamás. Creo que esa es una de las principales razones por las que necesito volver. La aldea no figura ni en mapas, ni en atlas. Sin embargo, yo la tendré por siempre grabada.

Me avisaron que viajar a África significaba volver. Pensé que exageraban. Pero he comprobado que pisar aquella tierra por primera vez significa querer más. Hasta llegar al punto de necesidad. Ojalá no estuviera tan lejos. Si pudiese, ahora mismo partiría hacia Mozambique. Un avión de vuelo regular que me llevara a Tete. Una camioneta y, mientras el día fuera cayendo, yo llegaría a mi destino; N'kondedzi. Llevo demasiados días imaginándome la vuelta. Quiero vivirla ya.

Cuenta un proverbio africano que si no sabes por dónde vas, vuelve para saber de dónde vienes. Yo sé de dónde vengo, no sé por dónde voy, pero tengo muy claro dónde quiero ir*

1 comentario:

Anónimo dijo...

sempre és maco estar a la uni avorrit i poder llegir un text de un dels temes que mes m'agraden...


visca el asteroide b612!