sábado, 22 de marzo de 2008

al fin.-

Bienvenida a casa. Ya está, ya se acabaron. Los días de desconexión han llegado a su fin y, otra vez, en mi cruda realidad. Sin embargo, me da igual. Primero, porque aún son muy recientes los grandes momentos de estos días, las risas, el volver a ser niña y las charlas de horas y horas. Segundo, porque ya formas parte del pasado. Si has dejado de ser cobarde, piensa qué día es hoy. Han sido cinco días donde mi máximo objetivo ha sido reírme como si fuera la última vez, transformarme en la niña que nunca he dejado de ser y, por fin, darme cuenta de que perteneces a mi pasado. He pasado meses anhelando este momento, dibujando en mi cabeza cómo sería y, sobre todo, escribiendo el cúmulo de sensaciones de tan esperada situación. Hace meses, todo esto era un imposible... hoy, mi realidad.

Aquel siete impusiste una distancia. Sin estar de acuerdo, acepté que te distanciabas de mí para poder acercarte a otra. Este diecisiete, yo también impuse una distancia. Nadie tenía constancia, sólo yo. Me he alejado de todo, siendo el principal motivo la necesidad de recuperarme a mí misma. Pero la estancia en tierras sureñas, cercanas a la costa rojiza, me ha demostrado que ya no eres ese, sino que simplemente eres alguien. Siempre permanecerás en mí, pero en la medida que te mereces. No he pensado en ti, no te he echado de menos... sólo una vez he viajado hasta un recuerdo común, sólo de nosotros.

Cuando me he despertado, consciente de la importancia de este día durante casi tres años, he sonreído. No has quebrantado mi interior. Estás lejos, y no me importa. No quiero sentirte cerca, ni tan sólo dedicarte un pensamiento. Es cierto que te dedico un texto entero pero, que te quede claro, te lo dedico porque es mi despedida. Mientras que yo soy bienvenida en mi casa, tú recojes todas tus pertenencias para alejarte de mi realidad.

Al fin lo he conseguido*

1 comentario:

karmeta dijo...

Y yo que me alegro.

Eso es una SUPERWOMAN.