domingo, 21 de diciembre de 2008

cuando Nunca es optimista.-

El tiempo es el enemigo público número uno de cualquier mortal. Y no por encontrar lo eterno o vencer lo efímero. Lo es por el nunca. Adverbio que proyecta dolor en cada una de sus letras. Ni un ápice de ternura. Nada. Nunca es cruel. Valeroso fue Peter Pan cuando decidió vivir en Nunca Jamás. O Proust venciendo a la ciencia y escribiendo su En busca del tiempo perdido. Nunca volveré a sentir, nunca volveré a ver, nunca volveré a escribir, nunca cruzaré esa puerta, nunca venceré, nunca volveré a hablar con ella, nunca... nunca... nunca. Ya está. Esa es la cuestión. Plantearse la situación con el nunca delante. Sólo entonces la reacción será la correcta.
Dentro de su cabeza, las palabras chocaban entre ellas pero siempre se ordenaban de la misma manera. Nunca volvería a hablar con ella. Se había planteado muchas maneras de empezar, varias para seguir y algunas para acabar. Pero no encontraba la fórmula exacta para destapar lo que podía ser la caja de los truenos o el cofre de los abrazos. Sin embargo, aquella tarde que se llenaba de soledad por momentos, al fin se dio cuenta de cómo podía acabar toda aquella historia. De la peor manera posible y de la única que no se había imaginado. Qué estaba ocurriendo. El tiempo entre ellas se había sucedido tan rápido que la distancia se había hecho demasiado larga. Suficiente como para dudar en si reaccionar o seguir como hasta ahora. Pero esa tarde apareció el nunca.
Dolió. Y mucho. Se clavó en algún rincón del cuerpo. En realidad, esa sensación se rompió en mil pedazos y se clavó en todos los poros de la piel. No, no podía suceder. Eso sí que no. Por suerte, esa misma tarde el nunca se tornó en algo agradable porque apareció el nunca te olvidaré. Y el curso que todo iba tomando cambió drásticamente. El capitán del barco giró el timón y empezó una nueva ruta. Allí, nunca era agradabley tierno. Y es que aquella tarde encontró el nunca te olvidaré, nunca te podré agradecer lo que hiciste por mí, nunca estaré a tu altura, nunca sabré cómo compensarte, nunca... nunca... nunca.
Y es que a veces, los mortales preferimos darle la culpa al tiempo. Pero, en realidad, sólo depende de nosotros mismos. Es cierto que todo lo pasado ya lo habéis perdido, pero daros cuenta de lo que habéis recuperado. Puedo imaginaros, a las dos, con una sonrisa de oreja a oreja e intentando inventar abrazos virtuales o telefónicos. Una sostiene un marco entre las manos, la otra puede que esté ojeando un libro con historia propia.

Mai deixarem perdre tot el que vam construir*

4 comentarios:

Anónimo dijo...

NUNCA me enfadaré contigo porque NUNCA dejaré de quererte :)

(porto des d'ahir per la nit somrient!)

Anónimo dijo...

Es un text molt emotiu. Escrius molt bé.

María Gómez dijo...

Gràcies per llegir-me, però això d'escriure bé encara està molt lluny per mi; però ho seguiré intentant.

Anónimo dijo...

Segueixo el teu blog desde fa temps, perque son textos molt personals i molt reals. Segueix escribint així i arribaràs molt lluny.