lunes, 15 de octubre de 2007

Aquel pequeño planeta



Existe un pequeño planeta en medio de un continente. Pensaréis que es imposible, pero yo he estado allí. No es planeta por ser un cuerpo másico que gira alrededor de una estrella y que sólo brilla por la luz que refleja de esta. Es planeta porque es otro mundo, otra vida, otras costumbres y porque brilla con luz propia.

Cada momento es especial, a lo mejor porque no saben si lo van a poder repetir. Aprendí a valorar aquello que aquí pasa desapercibido. Supe que ellos eran mejor que yo, y me dejé enseñar. Me eduqué por ellos como no había hecho hasta el momento por nadie. Pero de ellos quería aprender. No sabían leer, ni contar y algunos, a penas, ni hablar. Pero jamás fue un impedimento para entendernos.

Cuando estaba cansado venía y se recostaba sobre mi regazo. Si quería jugar se presentaba con un jeito. Las tardes de cine se sentaba cerca para poder apoyarse cuando el sueño empezaba a apoderarse de él. Cada mañana estaba sentado justo delante de la puerta de mi habitación. Siempre se ensuciaba la cara para que alguien le limpiara y le diese una bolacha. Pero lo mejor de todo era cuando paseabas sola por su aldea, sus rincones y siempre aparecía de la nada, se ponía a tu altura y te cogía la mano. Y nunca, a lo largo de aquel mes y medio, escuché su voz.

Estar con él era notar la calidez del lugar. Era la perfecta armonía. Era disfrutar de todo. Era aprender a querer. Y, por muy imposible que resulte, aquel niño de tres años era aprender a vivir.

Aquel aviador conoció al principito en un lugar del desierto; yo conocí a este principito en un lugar de la selva.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

joer mim, con todo mi pesar o alegria haig de dir que de moment és l'escrit que mes magrada.


però daquí poc em sorprendràs i en serà el nou que escriguis

Anónimo dijo...

m'encanta llegir-te, de veritat :)

Lara