jueves, 2 de abril de 2009

grandes historias... que se podrían escribir.-

Sin rumbo y sin sentido. Así camina la chica de ciudad. Pero no por voluntad propia sino por seguir los pies que hay justo a su derecha. Es dejarse llevar por callejones con nombres de káiser. Sentarse en terrazas que hablan de retiros, pero no querer moverse de allí. Edificios conocidos y algunos por conocer. Y darse cuenta de que por muy largos que sean los paseos, a veces, todo queda concentrado en un simple banco. Touché. Allí se acaban las distancias y el mundo se vuelve tierno, o él lo convierte en un lugar tierno. Es donde se crean las historias ajenas para no inventar la propia. Donde las fotografías inmortalizan el momento. Donde, por un instante, soñar es tan sencillo como que la chica de ciudad gire la cabeza hacia su izquierda. O, vencida por la tentación, se acurruque. Es donde, por un momento, incluso el sol decide brillar. Dicen que cuando alguien desea algo todo el universo conspira para que lo consiga. La chica de ciudad está poniendo a prueba la afirmación de Coelho.

Y allí, por un camino de tierra rodeada de verde y de un precioso estanque, ha viajado en el tiempo. No muy lejos. Tan sólo un mes vista. Y la opción menos aconsejable, menos racional, más impulsiva, más complicada y más diferente era la protagonista de la escena. Una película a medias. Una lectura a medias. Una historia de dos. Pero y… ¿si te digo que no? Touché. Es como un análisis de consecuencias. La chica de ciudad, en cambio, querría cualquier cosa menos el adverbio de negación.

Hoy, la chica de ciudad tampoco ha sido capaz de despedirse. De hecho, siempre sale mirando el suelo. Es su manera de pasar inadvertida, de escaquearse de miradas ajenas y de maldecir que el tiempo haya pasado tan rápido. Mira el suelo para darse cuenta de que, otra vez, sus principios le han prohibido ser feliz por un momento, pese a complicarlo todo un poco más. Ahora ya no importa, todo es demasiado complicado. Y especial. La chica de ciudad, mientras comía, ha escuchado cómo lo decía. Y, deplorable en su capacidad de reacción, no ha sido capaz de responder un y tú a mí también. Tal vez por considerar la respuesta una obviedad. Ahora, la chica de ciudad tiene mucho miedo a abril. Tiene la sensación de que, pese a lo cerca que está, seguirán caminos paralelos. Y no quiere. Sin embargo, mientras todo se va sucediendo, dedicará parte de su tiempo a mirar a niños mimados de ciudad. Y a luchar contra la dulce e irresistible tentación.

Sin duda, escribiría un libro a medias*

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ya tienes todo listo para el viajecito?

Anónimo dijo...

Llençat-hi!