lunes, 15 de junio de 2009

cuatro días.-

Cuatro días para cuatro años. A punto de cerrar un ciclo. Lejos queda aquel 25 de septiembre. El principio de todo. Conocer el lugar donde, durante cuatro años, conocería una parte del mundo, me ayudaría a madurar y me mostraría que nunca sería el perfil definido. Donde me crucé con muchas personas y conocí a dos. Allí donde si las mesas hablaran dos periodistas en potencia quedarían al descubierto. Pero aquel primer diciembre que nos puso a prueba hicimos jurar a la mesa que nos guardaría todos los secretos. Allí hemos crecido, nos hemos hecho mayores, algunos han cambiado y otros han afianzado sus valores. También hemos recurrido a la infancia, a la locura controlada y a las charlas más necesarias. No ha sido precisamente la cuna del conocimiento, pero allí he aprendido más de lo que me podía imaginar. He aprendido a despreciar y a luchar por aquello en lo que creo. Lo divino, en la mayoría de ocasiones, es lo que menos lo parece.
Cuatro años. Y tú, no has visto ni el día cero. Lejos queda aquella noche de verano cuando, siendo una niña, te dije que te ayudaría a escribir un libro. Soñamos acerca de nuestro libro. Nadie se puede llegar a imaginar lo jodido que han sido estos cuatro años. Querer contarte, querer leerte, querer escribirte, querer que me leyeras, que me ayudaras a escribir. Así estoy, a punto de acabar. Y enfadada como no te puedes imaginar. Da asco. Los últimos cuatro días. El último esfuerzo. El último intento de disfrutar. Todo nos lo hemos perdido. Y después, qué. Te lo seguirás perdiendo. Será que te perdí hace años. Odio estos momentos.
Ahora respiro hondo. Quiero que se acabe. Cierto. Pero tengo miedo. Y no hay nadie. A menudo me acuerdo del último libro que me he leído. Es ciencia ficción. Me imagino que esta etiqueta es lo que me hace volver a la realidad. El libro daba la oportunidad de seis días más con alguien, alguien con el mismo cargo que tú tienes sobre mí. Desde la última página no he dejado de darle vueltas. Seis días, sólo seis días. Tranquilo, no estoy loca. Sólo que algunas noches me dejo llevar por lo que no puede ocurrir. Cuatro días. Y cierro un ciclo. El tuyo no lograré cerrarlo nunca. Te echo demasiado de menos.
Dulces sueños, papá*

No hay comentarios: