miércoles, 27 de enero de 2010

otro 27.-

Otra vez te escaqueas. Soy yo la que no quiere hacerse mayor, así que por lo menos podrías hacerme compañía mientras crezco. Pero no, te fuiste mucho antes de lo debido. Así que otro 27 sin libro. Pero con reloj. Este es el primero donde ya no te pido que cuando cumpla nosecuántosaños me regales tu reloj. Ahora ya lo llevo. Y hoy marca 27. Pensé que a lo mejor estaba aliado contigo y del 26 pasaba directamente al 28. Nada. La lupa resalta el 27. Y, con resignación, miro el número. Y sobre todo escucho el pulso. Me gusta. Me gusta que fuera tuyo y ahora ya me pertenezca. Hoy seré breve. No por falta de ganas, sino porque cuesta. Tú me enseñabas a hacerme mayor, me ayudabas. Pero ni siquiera llegaste a los 17. Recuerdo aquel día como si fuera hoy. En casa sólo estábamos mamá y Guillermo y, de repente, se llenó de gente. Estaban todos conmigo. Al verme rodeada de todos ellos sonreí. Pero sé que mamá lo había hecho con un único motivo. Gente cerca para no echar de menos. Pero eso no funciona. No funcionó entonces y ahora, menos. Los 18 tuvieron más carga… Cayendo en el tópico, nadie me salvaba de meterme en la cárcel o bromas por el estilo. En el pastel se leía una aldea de África, N’kondedzi. Aquello fue lo único que hiciera que cumplir años valiera la pena. Los 18 fueron el primero de todos los 27 que he odiado. Los 19 vagamente los recuerdo. Los 20… puro pánico. Cambiar el primer dígito era otro de los agobiantes motivos de te estás haciendo mayor. Perdón, ¿alguien puede regalarme algo para no crecer más? Gracias. Lo he intentado varias veces pero nunca lo consigo. Además, casi todos me riñen por padecer el síndrome de Peter Pan. Pero, sabes qué, no me importa. Siempre querré ser una niña y, estoy convencida de que lo conseguiré. Sólo pensar en ti es ya viajar a la infancia. No creo que sea muy difícil. Puedes estar tranquilo, aunque no quiera hacerme mayor no me comporto como una cría… o a lo mejor sí. Es decir, he abandonado las pataletas y los escándalos. Me porto un poquito mejor. Los 21 fueron una caja de sorpresas y el doble un año genial. De aquellos que no se olvidan con facilidad. Los 22 aportaron algo mágico. Y lo poco que llevo de los 23 ha empezado en una casa ajena. No la conoces. Como a muchos otros que me gustaría. El caso es que lejos de casa. Mamá, eso sí, puntual. De camino a casa he estado pensando en ti. En otro año más sin ti. En cómo te puedo echar tantísimo de menos. Aunque se pudiera calcular, te aseguro que lo mío se supera. Poquito rato con 23. A ver qué depara, esta vez, el 27. Dos cosas, seguro. Tendré libro; le dije a mamá que me lo regalara. Cuando sople las velas pensaré en ti. Te quiero papá. Buenas noches.
23*

No hay comentarios: