viernes, 26 de febrero de 2010

mind the gap.-

Hay ciudades que la mayoría de gente visita enseguida que puede. A ellas les sucedía lo mismo. Que, de momento, no habían paseado por aquellas calles. Hasta que un día, entre sorbo y sorbo de café de un invierno cualquiera, eligieron destino. Demasiado pronto para las fechas indicadas. La espera no fue larga porque nunca hubo espera. Asustaba un poco que al final, el viaje, se tuviera que anular. Una semana antes de coger el avión, todo fue de cara. Y desastre uno y desastre dos consiguieron tenerlo todo en orden. Como siempre, en el último minuto. Varias charlas que fueron el preludio de un viaje imprevisible. Porque ese es el encanto. Un encuentro fortuito para una despedida dulce. Y la segunda parte de un encuentro fortuito para la segunda parte de una despedida dulce. Todos acreditados para ver la ¿bilogía? Descubrir la esencia de una ciudad es un pequeño tesoro. Descubrirla con alguien realmente interesante, aún más. Perdidas por barrios con encanto pero, sobre todo, por barrios encantados. Desde casas tiernas de color rosa a tiendas rojas de un mundo de maravillas pasando por fachadas decoradas con globos. Anuncios que evocan sentimientos y nombres de comercios adorables que rememoran los dulces quince. Pérdidas momentáneas de la realidad para relatar el B612 propio. Suspiros de aquellos profundos e internacionales que cualquier lengua entiende. Como el lenguaje de los gestos. Corazones en un cristal mojado. Silencio en medio del tumulto de una capital europea. Pero ellas no atienden. Ríen y sonríen. Les piensan y les imaginan. Gritan mientras la ciudad va desplegando su encanto. Y el sueño, tímido, saca la cabeza. Mañana más. Porque es una suerte saber que hay mañana, que hay más. Arte y cultura entre directos y dibujos animados. Todo ello impregnado con la mejor sonrisa. Happy pills. Esa es su medicina para curarse de la locura a la que están sometidas. Tienen otro secreto, pero de aquellos que son secretos a voces. Se esconden tras el aroma del café, sumergidas en sofás infinitamente cómodos. Y el hilo musical que acompaña es perfecto. Pero lo realmente perfecto es el cristal que les permite estar en contacto con lo que ocurre fuera. Y observar. Pero no comentar. Hasta que, pasado un tiempo, ambas aluden a lo mismo y sonríen. Es algo así como una conexión extraña. De aquellas que muy pocas veces ocurren. Pero que siempre se deben aprovechar. Barrios que embelesan y otros que embrujan. Precisamente a ellas, que están hechizadas. Se pierden entre canciones de un musical que baila entre el boxeo y el ballet. Y, como la mayoría de veces, lo mejor para el final. Una extensión verde para albergar un paseo de despedida. Formar parte del pulmón verde y pensar que la ciudad, durante unos minutos, se desvanece. No existe. Sólo el esplendor de un día en el parque. Y decir que algún día, cuando avisen, matarán monstruos. Horas que se han llenado hablando de todo y de todos. Instantáneas con libretas negras que recordarán un mind the gap imborrable. Cenas con cierto aire inglés, italiano o tailandés. No importa. Cualquiera es bueno si ellas se encargan de escoger la conversación conveniente. De esta manera no se les quita el gusanillo. B612 solitarios que son observadas por ellas. Que inspiran, que imaginan, que divierten. B612 que suman. Porque viajar solo no es sinónimo de sentirse solitario. Días que empezaban como acababan las noches, flanqueadas por un niño de cabellos dorados. No resulta fácil captar la esencia de una ciudad. Y puede que uno tampoco sea consciente de cuando lo consigue. Sin embargo, ellas lo hicieron posible. A lo mejor, porque tienen tendencia a no rendirse nunca. A bajar los brazos mientras piensan que habrá otro intento. El intento que demuestra que lo pueden lograr. Y así es como alguien se convierte en una extensión del cuerpo de otra persona. Cuando esparcen risas y sonrisas por calles estrechas de ciudades olvidadas y desconocidas.

No hay comentarios: